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Parashá Vaykrá

 “Y sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal”. (Vaykrá 2:13). 

Esta semana iniciamos un nuevo libro que es el de Vaykrá (Levítico), en el cual se encuentran las leyes para el servicio y los sacrificios; y curiosamente me llama la atención el verso 13 del segundo capítulo que menciona que a todo Korbán se le debe sazonar con sal. 

Como es sabido por todos nosotros, los sacrificios que ofrecemos ahora son las tefilot que elevamos al Eterno, es a saber: Shajarit, Minjá y Arvit, y más aún, aquellas oraciones que emanan de nuestro corazón de manera espontánea (Lefí Halev). Todas ellas vinieron a reemplazar a las korbanot que se hacían en el tiempo del Templo, pero para que esos sacrificios fueran de olor agradable a Dios deberían estar condimentados con sal. 

La sal que agregamos a nuestras oraciones recibe el nombre de Kavaná o intención, y se puede definir como ese ingrediente compuesto por la atención, la devoción, el deseo y el razonamiento de lo que se hace, es decir; poner todo lo que hay en nosotros en ese preciso momento en que oramos para que sea significativo para nosotros mismos. 

Por lo tanto, no basta rezar por rezar como una simple y llana repetición de palabras huecas que al final no nos dejan nada, porque la tefilá es más importante para quien ora que para Dios mismo. 

Al final del día, Dios sigue siendo Dios y no le preocupa si oramos o no. Más bien en nosotros es en quien debería existir el deseo de acercarnos al Eterno en un intento de entablar una relación y tener comunión con él; aunque también la oración tiene la finalidad de auto identificarnos y sentirnos incluidos dentro de la Comunidad y del Pueblo Judíos. 

Así que al elevar una tefilá con kavaná no le estaríamos haciendo un favor a Dios, sino más bien nos lo hacemos a nosotros mismos. Es como ese condimento que da sabor a nuestra comida y que nos brinda la satisfacción de haber hecho algo agradable por y para nosotros. 

Eyal Wong 

Adar II, 5779 

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