En vísperas del 9 de Av, leemos la haftará de esta semana que encuentra en Isaías 1:1-27, y es un mensaje de advertencia a la nación a cerca de la destrucción del primer templo, esta haftará forma parte de las tres haftarot llamadas de la aflicción o de la tragedia, que, si bien es un fuerte mensaje de las consecuencias por sus pecados pecaminosos, terminan con palabras de esperanza.
Estas palabras del profeta Isaías se dan después de la construcción del Bet Hamikdash, cuando el pueblo disfrutaba de estabilidad y bonanza, sin embargo se estaba presentando un fenómeno, las costumbres de los pueblos “paganos” que los rodeaban comenzaron poco a poco a influir sobre ellos de tal forma que fueron perdiendo la fidelidad a la Torá, además de lo que implicaba la separación de los reinos, en estas situaciones el profeta levanta la voz para exhortar al pueblo a retornar al camino ordenado por El Creador.
La analogía utilizada por el profeta nos muestra el esfuerzo de poder transmitir las visiones en términos que fuera comprendidos por el pueblo, teniendo presente la diferencia de la esencia o el fundamento de lo espiritual y lo terrenal.
El exhorto lo inicia poniendo al cielo y la tierra como testigos diciéndoles:
Y los compara con los hijos rebeldes diciéndoles, los he creado, los enaltecí, pero se rebelaron contra mí, también los compara con el instinto animal, diciéndoles, el toro conoce a su comprador, el asno el pesebre de sus dueños y sin embargo Israel no conoce, no reflexiona y se alejaron de mí hacia atrás.
Posterior a esto inicia con un listado de cosas a las que se le atribuye esto, pero veamos un poco que representa esto.
Se le está diciendo al pueblo que no conoce, ¿era acaso un pueblo ignorante? No, no es solamente el conocimiento de conceptos o información, sino esa conciencia del Yo, permita discernir entre lo de afuera y el Yo, es decir entender lo que uno es, sin necesidad de lo que hay afuera y de lo que uno es cuando se relaciona con ello. Este trabajo de conocimiento que inicia en el Yo no es fácil, como se dice “No hay nada más aterrador que el YO, pero tampoco hay nada más poderoso”. Sin este conocimiento no hay una responsabilidad, una verdadera libertad y definitivamente no se puede tener el control de uno mismo, sin antes conocerse.
En la vida muchas veces podemos mirar hacia atrás y preguntarnos o evaluar como ha sido nuestro caminar, nuestras buenas decisiones, nuestros errores, que es lo que nos ha llevado a estar en la situación en el presente y plantearnos lo que queremos para nosotros.
El la vida se llevan a cabo muchos sucesos, muchas reacciones, pero no todos los involucrados tienen la capacidad de reflexionar sobre su actuar, por ejemplo los animales conocen sus tiempos y rituales de apareamiento por instinto y las reacciones químicas se dan sin que las moléculas involucradas se cuestionen por qué se están atrayendo o repeliendo, sólo el ser humano es quién tiene la capacidad de reflexionar, lo que es y lo que está haciendo, es precisamente esto, lo que El Creador le reprocha a Israel, es decir tenemos la opción de convertirnos en lo que deseamos llegar a ser, nos dice la Torá que se nos ha dado una posición arriba de los ángeles.
Con todo esto el profeta plantea una pregunta que tal vez está y ha estado siempre ¿Por qué serán castigados aún más y todavía aumentarán en rebelarse?, esta pregunta podría representar ese circulo vicioso que acompaña a todo aquel que le ha tocado transitar por esta vida, nuestros ancestros y grandes hombres de fe, hasta cada uno de nosotros. Es la forma en la que experimentamos y aprendemos en esta vida, entendiendo el concepto de pecado como se plantea en judaísmo, errar, desviarse del camino que ha trazado El Eterno, y dejando claro que esto no significa siempre un acto de maldad, sino que muchas veces podemos perdernos, tomar decisiones no acertadas, etc. Nadie estamos exento de errar en esta vida, es así como aprendemos y nos vamos formando.
Sin embargo, el profeta enlista otra serie de factores que veo como el centro de lo que está sucediendo al pueblo y las menciona en el siguiente orden:
…sino que hay en él heridas, contusiones y llagas supurantes que no fueron curadas, no fueron vendadas, ni suavizadas con aceite.
Llama la atención que el pueblo se encontraba como vimos al inicio, estable y en bonanza, no se encontraban en guerra como para que físicamente pudiéramos tener este panorama de enfermedad, heridas o daños en el pueblo y que además se enfatiza que no fueron curadas, no fueron vendadas, ni suavizadas en aceite.
El daño al que se hace referencia podría entonces analizarse analógicamente en el ámbito del alma, el pueblo que se encontraba en un estado de salud crítico, que probablemente lo había llevado a estar en esa situación.
¿Qué pasa si la cabeza enferma?, siendo el lugar de donde se realizan las funciones superiores, intelectos, se crean y procesan los pensamientos y decisiones, ¿Qué sucede cuando el corazón está doliente? Relacionándolo como el centro de las emociones y sentimientos y qué pasa si de además la planta de los pies, que podríamos analógicamente verlo como lo que nos sostiene, lo que nos mueve, nuestras acciones.
Bajo este enfoque de heridas y daños en el alma y no físicas hay un reclamo que lo agrava, el que no se les haya dado la atención necesaria.
Podemos hacer una comparación entre las heridas físicas y del alma y cuando se presenta una herida, una lesión, que rompe la piel, el tejido, etc. que puede ser causada por accidentes, incisiones dirigidas, suturas, todas estas heridas causan DOLOR y es importante limpiarlas pues se pueden infectar o hacer un daño mayor, es decir, una herida requiere atención, puede cerrar sola o requerir de ayuda. Otro tipo de lesiones mencionadas son las contusiones, es decir golpes o traumatismos que de igual manera producen dolor, tumefacción o inflamación y que podemos visiblemente ver un enrojecimiento que es dado por la llegada de las células que participan en la inflamación y reparación de la lesión. En las heridas del alma los mecanismos de lesión pueden ser los mismos y de igual forma existen mecanismos de defensa tales como retraimiento, negación, proyección, regresión, aislamiento, intelectualización, etc.
Además del dolor y la inflamación un signo característico de una lesión es la limitación o pérdida de la función, pero ¿qué sucede en las lesiones del alma? Sucede que la mayoría de las veces no nos detenemos a valorar y atender la lesión, seguimos funcionando con nuestras heridas, contusiones sin tratar. Normalmente el individuo está en constante crecimiento y desarrollo tanto físico como emocional y cada una de las etapas por las que pasa son importantes, estas heridas pueden irse presentando en estas etapas, pero a diferencia de las heridas sangrantes que se manifiestan en lo físico, las heridas del alma no sangran, se van dejando, sin atención, sin cuidado, sin tratamiento, incluso ante lesiones como fracturas, donde el sanar sola puede implicar una deformación y limitación de la función o la llaga (supurante) donde se perpetua una herida abierta, donde el tejido ya no recibe es ayuda para repararse, ya no llegan esos mecanismos de defensa.
Lo que empeora una herida del alma a diferencia de la herida física es que la física sangra y la podemos ver, pero una herida del alma al no sangrar puede dejarse pasar sin atención e incluso es común que alguien que está herido, fracturado del alma recibe sólo reciba palabras tales como “échale ganas”, ánimo, “vamos tu puedes”, cuando se trae una herida que se pseudo cura o se tapa por los mecanismos mencionados. Así seguimos transitando por la vida cargando estas heridas, así nos relacionamos, así incluso podemos seguir perpetuando estas heridas o retransmitiéndolas a otra, pues llegamos a hacerlas parte de uno, de tal forma que se convierten en nuestra verdad, por consiguiente, forma parte en nuestro desempeño social, afectivo, de nuestras decisiones.
Llama la atención que al referirse al pecado del pueblo el profeta menciona si sus pecados fueran “rojos” (color que se relaciona con la sangre, el fuego, lo visceral, etc.) y no negros (color relacionado a la oscuridad, falta de luz) espiritualmente pudiéramos interpretar que muchas veces erramos no por malvados, sino por las heridas del alma que venimos cargando, que tenemos sin sanar y que incluso pueden llegar a deformar mi percepción, mi criterio para decidir en forma correcta.
La invitación es pues a revisar nuestra salud física y emocional, hoy día que la crisis evidencia muchos daños, escuchemos la voz del profeta que nos dice: Si quisieres, si oyeres, ¡vivirás!
No estamos solos, siempre hay alguien a quién acudir y hoy la atención profesional está más a nuestro alcance y desde siempre tenemos la ayuda de nuestro Creador que podemos testificar acude a nuestra ayuda y sanidad completa.
Trabajemos en estar bien física y mental, como parte del amor a uno mismo, para poder amar al prójimo y tener una sociedad sana, como lo quiere El Creador.
Ahavá bat Abraham ve Saráh
4 de Av 5780
25 de julio 2020
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