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Parashá Tzav

Una característica distintiva del ser humano por sobre el reino animal, es la conciencia. Más lo distintivo no es la conciencia, de lo que hay, de lo que puede manipular o de lo que puede crear con su ingenio -que es común a algunos tipos de primates-. Es el comprender el efecto a corto, mediano y largo plazo, de sus acciones sobre los demás, sobre el entorno y sobre sí mismo. Además; el nivel de conciencia se ve influenciado por la información que da forma a los valores que el individuo practica de facto, es decir, ideas, creencias, hábitos y tradiciones. Ya que, los que predica entran al nivel de lo subjetivo; en tanto no llegue la prueba que evidencie que tan profundamente están estos empapados entre los recursos personales con los que el individuo enfrenta las situaciones simples o complejas de su vida. 

La parashá de esta semana nos lleva a considerar la relación de Dios; a través de los profetas, con su pueblo, sujeto a la vivencia de muchas situaciones extremas a lo largo de su existencia. En este caso, considerando las razones y efectos de la transgresión a las condiciones éticas del pacto, que una y otra vez se han visto infringidas por diferentes sectores del pueblo y por diferentes razones. 

En la Parashá Levítico 6:1-8:36 hallamos la descripción puntual en que a detalle se narra forma, cantidad, momento y personaje que habrá de llevar a cabo cada sacrificio y ofrenda:

1.         Dios manda a Moshé transmitir a Aarón y sus hijos sobre sus obligaciones y derechos como cohaním (sacerdotes) que ofrecen Korbanot (ofrendas animales y vegetales) en el Santuario.

2.         El fuego en el Altar siempre tiene que estar encendido. En el mismo son quemadas completamente las Ofrendas de Elevación; grasas de las ofrendas de Paz, Pecado y Culpa; y el “puñado” separado de las Ofrendas Vegetales.

3.         Los Cohaním comen la carne de las ofrendas de Pecado y Culpa y los restos de las Ofrendas Vegetales. La Ofrenda de Paz es comida por aquél que la trae, excepto por las partes específicas que son entregadas al Cohen.

4.         La carne sagrada de las ofrendas sólo debe ser comida por personas ritualmente puras, en su lugar santo designado y dentro del período de tiempo especificado.

5.         Aharon y sus hijos se quedan dentro del recinto del Santuario por siete días, durante los cuales Moshé los inicia en el sacerdocio, previa instrucción en el oficio.

El papel de los profetas

            “Los profetas trascendieron por la dimensión social de sus enseñanzas. Su importancia radica en su papel como intérpretes de una nueva conciencia social y religiosa que penetra todas las esferas de la vida y que los mueve a profetizar acontecimientos políticos y militares. A través de sus mensajes intentaron reafirmar los valores monoteístas éticos y su crítica se convirtió en una poderosa fuerza social” (israelita, 2016).

Malají es el último profeta en el canon hebreo (433 AEC). Representa una vez más el reclamo de Dios al pueblo elegido, contra su infidelidad y falta de ética para con el pacto celebrado y su actitud minimizadora hacia sus transgresiones; Malají habla en una época en que el culto en el templo se celebraba regularmente y en él colaboraban a su vez sacerdotes y levitas; sin embargo, los cohaním no seguían las leyes de pureza en los sacrificios y ofrendas; descuidaban las enseñanzas de la ley e incurrían en dejar pasar el pago de los diezmos o en el fraude en los mismos; por lo que obligaban a los levitas a abandonar sus funciones y buscar otras formas de ganarse la vida. Se había extendido la mentalidad de que el cumplimiento de la ley no tenía repercusión en la vida diaria, produciéndose casi automáticamente un escepticismo ético, que desencadenó consecuencias puntuales, como el aumento de los divorcios, matrimonios mixtos, defraudar el salario al trabajador, y la opresión de viudas, huérfanos y extranjeros. 

Este contexto decadente en cuanto a la fidelidad a Dios suponía, de hecho, una ruptura del pacto y una inclinación hacia los dioses extranjeros, en detrimento a las genuinas referencias a Dios, y, por consiguiente, propiciaba un sincretismo religioso.

El distanciamiento frente a Dios derivaba en una desconfianza ante las promesas de la restauración nacional, formuladas por los profetas precedentes. El contexto económico y socio político no era nada alentador, y el pueblo ponía en tela de juicio la protección de Dios.

Además, el escepticismo religioso conllevaba el peligro de seguir y emular las pautas que predominaban en la época del retorno del exilio, que podrían haber llevado al pueblo a ser absorbido por la férrea dinámica histórica dominante.

Malaquías constituye un eslabón más de la cadena profética exílica y postexílica. A través de cada profeta había llegado puntualmente la palabra divina para orientar el rumbo de la correspondiente circunstancia, sus predecesores fueron Ageo y Zacarías (520 y 518 AEC respectivamente) 

Ageo y Zacarías 1-8 aportan datos y referencias temáticas que, ayudan a situar el núcleo del mensaje de Malaquías. Los capítulos 9-14 de Zacarías son contemplados como ulteriores añadiduras a la primera parte, es decir, (Zac 9,1-11,17; 12,1-14,21).

Ambos insisten y urgen a restaurar el templo, como morada de Dios en medio de su pueblo. Ambos critican la resistencia del pueblo a terminar las obras del templo, aunque con matices diferentes. Ageo censura la actitud comodina de instalarse, antes que nada, en sus casas tras el retorno del exilio, y la indiferencia de aquellos que no habían vivido tales pruebas.

Zacarías 1-8, ve inminente una nueva intervención de Dios, que se establecería triunfalmente en Jerusalén, y fijaría su sede en el templo: de ahí la urgencia del profeta a restaurarlo y culminar las obras. Ambos profetas, reavivaron las tradiciones preexílicas, como la elección de Jerusalén y la dinastía davídica, viendo en Zorobabel al elegido, así como la insistencia en considerar a la comunidad postexílica como el “resto” de Israel.

Por su parte Malaquías se refiere a la flagrante falta contra del culto a El Eterno afectando a sus representantes ya por corrupción, ya por daño a su oficio y economía.  Además, a la manera en que la clase acomodada, se había organizado para manipular a su conveniencia, el comercio y las regulaciones de apoyo mutuo entre los israelitas y apoyo a los necesitados, llevando a la creación de una clase acomodada y en grosera opulencia, por un lado; y por el otro una gran cantidad de pobladores, aun pagando los estragos de la devastación babilonia, el asedio y ataque de las poblaciones cercanas, sumado a pobres cosechas y condiciones de vida precarias.

Pero Malají; como voz de Hashem menciona las condiciones para que la ofrenda sea grata nuevamente. Con el tiempo, la ignorancia y ceguera había ido llevando a sacerdotes y levitas poco a poco a desviarse de lo practicado por Aaron y sus hijos, transgrediendo directamente el pacto, lo cual llevaba al alejamiento del Eterno y la vulnerabilidad de Israel ante sus enemigos externos e internos. (Hay que considerar que siempre ha habido dentro del pueblo, los que se ven impelidos a ir en contra de las leyes del Eterno o consideran tener la grandeza para modificarlas, y en ello llevan tras de sí a todos aquellos que se permiten ser influenciados). En su momento:

“Isaías habla de «inútiles ofrendas» (1,13) que son una carga para Dios porque las manos de quienes las ofrecen están “llenas de sangre” (1,15), y Dios no pide nada a esas manos (1,12). Esto convierte las reuniones solemnes y los grandes encuentros para el culto, que fomentan una falsa esperanza de bendición divina” (Sevilla Jiménez, 2014)

Malají menciona:

  • El Eterno no cambió su promesa; en cambio, el pueblo dejó de temerle 
  • Se apartaron de los estatutos de Moisés y no hallan razón de volver a ellos
  • Defraudaron a Dios, a través de la corrupción de los diezmos del levita y la terumah[1] del sacerdote.
  • Dudaron de la utilidad y beneficio de servir a Dios y guardar sus preceptos.
  • Y con todo El Eterno ofrece a su pueblo; volver a la ley de Moisés y a estar bajo su protección y cuidado como es su papel de pueblo elegido (Sefaria, 2020)

Concluyendo el comentario, hemos de notar la presencia dentro del pueblo judío, de personajes que basándose en una u otra justificación (que Dios no escucha o no responde, que ya los tiempos son distintos y el pacto también ha cambiado, así como sus condiciones; más ¿ha cambiado la ley como hay quienes con toda facilidad dicen? La respuesta es no, Jeremías 31, 31-34 menciona con claridad…

            “He aquí que llegan díasen que yo pactaré con la casa de Israel (y con la casa de Judá una nueva alianza; no como la alianza que pacté con sus padres cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto… pondré mi ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo…”

La alianza en forma podrá cambiar, pero la ley permanece vigente. Y no necesariamente hablemos de las leyes de los sacrificios, en realidad la parte que Dios siempre ha reclamado a su pueblo de romper es el aspecto ético hacia el culto en forma de idolatría; y hacia el pueblo mismo, por medio de corrupción y abusos, la mejor forma es conocer y consultar las fuentes y autoridades halájicas, no en el sentido de ciegamente seguir lo plasmado en los textos; sino, de tener acceso a la interpretación adecuada, no especulada de quien verdaderamente se encuentre instruido en ello. Evitando dejarse llevar por interpretaciones improvisadas, que saquen de contexto el asunto a tratar o se basen en ideas y pensamientos de moda u ostentados por corrientes de pensamiento indiferentes a la historia del pueblo hebreo y sus condiciones contemporaneas.

BH.

Bibliografía

Ben Itzjak, D. (s.f.). La Torá.

israelita, T. (2016). Tribuna israelita. Obtenido de https://www.tribuna.org.mx/judaismo/622-los-profetas-en-el-judaismo.html

Itzjaki, S. (2001). La Torá con Rashí. México: Editorial JErusalem México.

jewishencyclopedia. (26 de 03 de 2021). jewishencyclopedia.com. Obtenido de https://jewishencyclopedia.com/articles/5072-demai#anchor1

Sefaria. (08 de 02 de 2020). Sefaria.org. Obtenido de https://www.sefaria.org/Mishnah_Moed_Katan.3.8?lang=bi&with=all&lang2=en

Sevilla Jiménez, C. (2014). Crisis y esperanza en los profetas de Israel. (I. T. Fulgencio, Ed.) Scripta Fulgentina(47-48), 7-22. Recuperado el 26 de 03 de 2021


[1] Los no sacerdotes no podían comer las ofrendas elevadas, tanto terumah como terumat ma’aser; el segundo diezmo, a menos que se redimiera con “plata”, que se gastaría en alimentos en Jerusalén, no se podía comer fuera de esa ciudad; mientras que el primer diezmo y el diezmo para los pobres no estaban sujetos a ninguna restricción. Los judíos conscientes no participarían del producto de la tierra a menos que primero se hubieran convencido de que la ofrenda superior y los diezmos habían sido debidamente separados. Los propietarios de tierras en Palestina se dividieron en tres clases; (1) no judíos, a quienes no se aplicaban las leyes judías sobre los diezmos; (2) los judíos dignos de confianza (“ne’emanim” o “ḥaberim”), que estaban seguros de separar del producto todo lo que se debía según la Ley; y (3) el ‘Am ha-Areẓ, de quien se sospechaba que desatendía estas leyes. Los productos comprados de cualquier persona de la primera clase se consideraban no preparados, es decir, productos de los que no se habían separado las ofrendas y los diezmos; el comprado de la segunda clase fue “metu mean” (preparado); y el comprado de tercera clase era “demai” (dudoso o sospechoso). (jewishencyclopedia, 2021)

Comentario por Jorge S. Bolaños D.
Asher ben Abraham v’ Sarah

14 Nisan 5781
28 Marzo 2021

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