Porción doble HAFTARÁ: AJAREI MOT/ KEDOSHIM (ES)
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CÚRAME OH ETERNO Y SERÉ SANADO
mayo 11, 2021
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Parashá Emor (Habla)

Nos encontramos que en esta Parashá y en la Haftará hay muchas similitudes.

La santidad es nuestro principio moral. Los elementos inferiores de nuestra personalidad, han de subordinarse a los superiores, así que las funciones instintivas se subordinan a las afectivas, y éstas a las intelectuales, sublimando con ello nuestro propio yo.

Dice el Talmud: “Kadesh Atzmaj Bemutar Laj”  “Santifícate  aún en lo que te fue permitido”, y este principio es básico en la Ética judía, pues el ser humano puede santificarse por sus actos más sencillos, conservando el equilibrio, la moderación y la justicia.

En este Pasuk dice el Señor:

קְדֹשִׁ֤ים יִהְיוּ֙ לֵאלֹ֣הֵיהֶ֔ם וְלֹ֣א יְחַלְּל֔וּ שֵׁ֖ם אֱלֹהֵיהֶ֑ם כִּי֩ אֶת־אִשֵּׁ֨י יְהוָ֜ה לֶ֧חֶם אֱלֹהֵיהֶ֛ם הֵ֥ם מַקְרִיבִ֖ם וְהָ֥יוּ קֹֽדֶשׁ׃

“Santos han de ser para su Dios y no profanarán el nombre de su Dios; porque ellos son los que presentan las ofrendas de fuego del Eterno, el pan de su Dios; por esto han de ser santos”.

Ser Kadosh, aunque algunos lo traducen como “santo” en este contexto, significa “separado de los demás” o sea, distinguido de lo común. ¿Cómo se llega a ser Kadosh? Imitando a Dios. ¿Dios es bueno? Sé bueno. ¿Dios es misericordioso? Entonces sé misericordioso. ¿Dios es justo? Hay que ser justos. Sigue el camino de Dios. No es una solicitud, ni una sugerencia, sino una orden. Es como “Distínganse de los demás por sus obras”.

Ser Kadosh, entonces es una Mitzvá y no solamente para los Cohanim, sino para todos conforme lo dice Vayikrá.  Hay mitzvot que norman nuestras acciones, las hay que norman nuestros sentimientos y las que norman nuestros pensamientos, y la recompensa es la misma Mitzvá. No mientas y tu recompensa es que eres veraz. Que nuestros actos, nuestros sentimientos y nuestros pensamientos sean elevados y nos distingan de los demás; y que finalmente nos conecten con Dios, así seremos de él.

Dice el Eterno en estos dos Pesukim:

נֶ֚פֶשׁ אֲשֶׁ֣ר תִּגַּע־בּ֔וֹ וְטָמְאָ֖ה עַד־הָעָ֑רֶב וְלֹ֤א יֹאכַל֙ מִן־הַקֳּדָשִׁ֔ים כִּ֛י אִם־רָחַ֥ץ בְּשָׂר֖וֹ בַּמָּֽיִם׃ וּבָ֥א הַשֶּׁ֖מֶשׁ וְטָהֵ֑ר וְאַחַר֙ יֹאכַ֣ל מִן־הַקֳּדָשִׁ֔ים כִּ֥י לַחְמ֖וֹ הֽוּא׃

“La persona que lo toque quedará impura hasta el anochecer, y no podrá comer de las cosas sagradas a menos que lave su cuerpo en agua. Cuando el sol se ponga se volverá puro, y después podrá comer de las cosas sagradas, ya que es su alimento”.

Se aplican una reglas muy estrictas a los Cohanim, pues no le era dado tocar las porciones que se sacrificaban mientras fuese impuro, incluso no podía beber vino antes de entrar al Tabernáculo. Junto a esta pureza física ritual, debía estar su pureza moral y tenía prohibido estrictamente comerciar con lo sagrado. Relacionamos esta parte con la Santidad, puesto que la rectitud era lo que diferenciaba a un Cohen de los demás miembros de la Casa de Israel. 

Dice מִן־הַקֳּדָשִׁ֔ים ‘de las cosas sagradas’ lo que implica que no se refiere a todas las cosas, sino sólo a una parte de ellas. “Este versículo es interpretado en el tratado talmúdico Yebamot en referencia a la Terumá (donación) y enseña que es permitido comerla después de la puesta de sol” dice Rashí.

En este Pasuk:

שׁ֣וֹר אוֹ־כֶ֤שֶׂב אוֹ־עֵז֙ כִּ֣י יִוָּלֵ֔ד וְהָיָ֛ה שִׁבְעַ֥ת יָמִ֖ים תַּ֣חַת אִמּ֑וֹ וּמִיּ֤וֹם הַשְּׁמִינִי֙ וָהָ֔לְאָה יֵרָצֶ֕ה לְקָרְבַּ֥ן אִשֶּׁ֖ה לַיהוָֽה׃

“Cuando nazca un toro, una oveja o una cabra, durante siete días permanecerá bajo su madre, y a partir del octavo día será aceptable para ofrenda ígnea al Eterno”.

La Toráh también ordena dejar la cría con la madre durante siete días, lo que nos lleva a tratar a los animales criando, igual como tratamos a una madre humana. El niño debe estar alimentándose de su madre y adquiriendo defensas por supuesto siete días, antes de entrar al pacto del Patriarca Avraham mediante el Brit Milah. Del mismo modo el becerro, el cordero y el cabrito, antes de ser sacrificados deben estar alimentándose de su madre. Eligió el Eterno a estos animales por ser los más perseguidos, y él siempre prefiere a los oprimidos: “Si un malvado persigue a un justo, Dios se pone del lado del justo; si un justo persigue a otro justo, Dios está con el perseguido; si un malvado persigue a otro malvado, Dios está con el perseguido, y si un justo persigue a un malvado, Dios toma en este caso también, el partido del malvado por estar perseguido” dice el Talmud (Vayikrá Rabá, 27).

Rashí, a su vez, comenta que “Esta prohibición excluye a un animal que salga del vientre por medio de cesárea”; el Talmud dice que después que la Torá ha expuesto en detalle cuáles son los animales con defectos físicos que no pueden ser ofrecidos, pasa ahora a explicar los que también son descalificados por otras razones. En este caso el animal que no haya nacido de forma natural, sino por medio de la intervención del ser humano.

Todo el Capítulo XXIII trata de las fiestas judías. Además de la prohibición de trabajar en Shabbat, la orden de guardar reposo. Prescribe siete festividades religiosas: una mensual y las otras seis anuales, marcadas por sacrificios públicos en culto y para observar en el interior de nuestras familias.

Así, nuestras fiestas adquieren un carácter universal: 

El Shabbat que nos hace recordar la creación del mundo, cuando el Eterno descansó el último día;

el Rosh Jodesh, que celebra el orden con el que el Creador hizo a la naturaleza; el Yom Teruá (Rosh Hashaná, o día en que se toca el Shofar) y el Yom Kippur, que invitan al judío a hacer penitencia y reconciliarse con su Creador.

Pésaj, Shavuot y Sukkot, además de tener un gran significado histórico, son fiestas de carácter agrícola: la primera es la llegada de la primavera y la temporada de cosechar la cebada; la segunda nos recuerda la temporada de la cosecha del trigo y la tercera la temporada de la vendimia y cosecha de las demás frutas.

El Profeta Isaías mencionó el Shabbat  como la fiesta en que todos los extranjeros se unen al Eterno (LVI, 6-7):

וּבְנֵ֣י הַנֵּכָ֗ר הַנִּלְוִ֤ים עַל־יְהוָה֙ לְשָׁ֣רְת֔וֹ וּֽלְאַהֲבָה֙ אֶת־שֵׁ֣ם יְהוָ֔ה לִהְי֥וֹת ל֖וֹ לַעֲבָדִ֑ים כָּל־שֹׁמֵ֤ר שַׁבָּת֙ מֵֽחַלְּל֔וֹ וּמַחֲזִיקִ֖ים בִּבְרִיתִֽי׃ וַהֲבִיאוֹתִ֞ים אֶל־הַ֣ר קָדְשִׁ֗י וְשִׂמַּחְתִּים֙ בְּבֵ֣ית תְּפִלָּתִ֔י עוֹלֹתֵיהֶ֧ם וְזִבְחֵיהֶ֛ם לְרָצ֖וֹן עַֽל־מִזְבְּחִ֑י כִּ֣י בֵיתִ֔י בֵּית־תְּפִלָּ֥ה יִקָּרֵ֖א לְכָל־הָעַמִּֽים׃

En cuanto a los extranjeros que se unen al SEÑOR para servirle, y aman el nombre del SEÑOR, para ser sus siervos, todos los que guardan el día de reposo y no lo profanan, y se aferran a mi pacto, yo los llevará a mi monte sagrado, y se regocijarán en mi casa de oración. Sus holocaustos y sacrificios serán bienvenidos en mi altar; Porque Mi Casa será llamada Casa de oración para todos los pueblos”.

El profeta Zacarías predijo que cuando llegue la era mesiánica, todas las naciones deberán hacer Aliyá a Yerushalaim como lo hacen los Israelitas a celebrar el Sukkot (cabañas), o fiesta de los tabernáculos (XIV, 16):

וְהָיָ֗ה כָּל־הַנּוֹתָר֙ מִכָּל־הַגּוֹיִ֔ם הַבָּאִ֖ים עַל־יְרֽוּשָׁלִָ֑ם וְעָל֞וּ מִדֵּ֧י שָׁנָ֣ה בְשָׁנָ֗ה לְהִֽשְׁתַּחֲוֺת֙ לְמֶ֙לֶךְ֙ יְהוָ֣ה צְבָא֔וֹת וְלָחֹ֖ג אֶת־חַ֥ג הַסֻּכּֽוֹת׃

“Todos los que sobrevivan de todas las naciones que subieron contra Jerusalén peregrinarán año tras año para inclinarse ante el Rey SEÑOR de los ejércitos y observar la Fiesta de las Cabañas”.

Concluyendo, podemos ver que hay varias vertientes importantísimas y de muy alto contenido ético y moral:

La primera es personal, y nos indica que debemos tener la madurez emocional, autoimagen y autoconcepto bien cimentados y sólidos para que nuestro comportamiento sea de fidelidad para con nuestros compromisos; que sea el nuestro, un compromiso con nuestro creador de vivir como Kadosh, que nuestras acciones, nuestros sentimientos y nuestros pensamientos sean acordes a las leyes que nos ha dictado, para que coincidan y creen esa satisfacción de estar siendo congruentes e íntegros.

La segunda es respecto a las cosas sagradas: hoy ya no está el Templo ni se ofrecen las Terumot, sin embargo en nuestra vida como comunidad judía, existen las cosas sagradas también y el hecho de que existan, implica que hay otras que no lo son, y que debemos aprender a diferenciar las unas de las otras, situarlas a cada una en su contexto y darles el peso e importancia que cada una de ellas tiene.

La tercera nos da la seguridad de que cuando estemos en nuestros peores momentos, el Eterno estará con nosotros, pues siempre está del lado de los desprotegidos y los que están en un mal momento. Dice mi salmo preferido, el 121:

אֶשָּׂ֣א עֵ֭ינַי אֶל־הֶהָרִ֑ים מֵ֝אַ֗יִן יָבֹ֥א עֶזְרִֽי׃

עֶ֭זְרִי מֵעִ֣ם יְהוָ֑ה עֹ֝שֵׂ֗ה שָׁמַ֥יִם וָאָֽרֶץ

Levanto mis ojos a los montes: ¿De dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

La cuarta, que nos recuerda las fiestas que debemos guardar, además del Shabbat, para que no se pierda en la noche de los tiempos nuestra identidad, que será una herencia que dejaremos a nuestros familiares, para que el Judaísmo siga de generación en generación, continuando en las familias en que ya estaba, y heredando las familias de aquéllos que por elección propia hemos abrazado el judaísmo, una nueva opción de cultura y forma de vida.

Y la quinta, se refiere a los pueblos no judíos y a la diversidad de Judaísmo. Con los pueblos no judíos, debemos tener una relación de comprensión y respeto.  Si alguien no cree en lo que nosotros creemos, está en su derecho, sin que esto signifique que debemos aceptar ser adoctrinados o “evangelizados” por ninguna expresión religiosa. Les debemos respeto y tenemos que darlo para poder exigirlo. Nuestro Rabbi Jacques Cukierkorn en varias ocasiones nos ha invitado a seguir siempre tratando a las otras religiones con respeto pues dice, y acoto: “Quien no respeta a otra religión, es como si no respetara a Dios, que es UNO”.

Debo aclarar sobre nuestra diversidad que estamos en una época post-denominacional en donde no importa si eres Reformista, Conservador, Reconstruccionista u Ortodoxo. Debemos establecer una relación de respeto, pero al mismo tiempo fraternal con todas las expresiones. No se trata de reunirnos a tener discusiones bizantinas sobre lo que entendemos de la Torá, y de buscar afanosamente las grietas que nos separan: se trata de encontrar los puntos que nos unen, como la comprensión de los valores éticos del Judaísmo que nos distinguen de los demás; en una expresión del cariño fraternal que los Judíos nos debemos unos a otros.

¡Plugo al Eterno porque cuide de nosotros, su Pueblo!

Be-Ezrat HaShem!

יצחק בן אברהם ושרה
Yitzjak ben Avraham veSaráh

Iyar 19, 5781.
Mayo 1, 2021.

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