Isaías 1, 1-27
La Haftarah de esta semana, Devarim, corresponde al libro de Isaías, capítulo 1, versículos 1 al 27, cuya lectura está íntimamente asociada tanto con la fecha se conmemoraremos el día de mañana, como con la Parasha de esta semana en la que nuestro Gran Profeta Moisés hace un recuento de los hechos más importantes del peregrinar del pueblo judío antes de morir, y en donde la tradición indica que terminó de entregar los 613 mizvot que rigen la vida espiritual de nuestro pueblo.
En muchas ocasiones hemos escuchado que una de las grandes preguntas que se le hacen al prosélito antes de iniciar su camino en la conversión, es si le queda perfectamente claro que está solicitando ingresar como miembro a un pueblo que ha sido perseguido a lo largo de su historia, y que quizá lo continúe siendo en el futuro… Cuando leemos el texto de Isaías, podemos hacer una reflexión que nos puede llevar a tratar de entender una de las razones por las que sucede esto, y básicamente se refiere a la incapacidad del pueblo a seguir las reglas que Dios nos ha entregado por medio de Moisés y no hemos escuchado las advertencias que nos fueron enviadas a través de nuestros Profetas.
Sin embargo, este texto en particular de Isaías, no inicia como tradicionalmente esperaríamos de un Profeta, con palabras tales como: “He escuchado la palabra de Dios y me ha dicho…” o algo similar. Por el contrario, Isaías nos entrega una advertencia y un regaño por la incapacidad del pueblo de seguir las leyes que nos han sido entregadas y por lo tanto somos responsables de todas las desgracias que nos suceden y sucederán por ese comportamiento alejado de la santidad que se supone deberíamos de tener y/o buscar en todo momento.
Sin embargo, dentro del mismo texto existe un versículo en particular el 17 el cual cito: “Aprendan a hacer el bien. Dedíquense ustedes a la justicia; Ayuden al que actúa mal. Defiendan los derechos del huérfano; defiendan la causa de las viudas”, siendo estos quizá uno de los elementos centrales del deber ser del pueblo judío que hemos pasado por desapercibido en este texto debido a lo fuerte de los demás versículos.
No solamente es necesario seguir todos las mizvot que se nos han entregado, pero es necesario entender que todas ellas, los rituales, las formas y el comportamiento personal que está regido por ellas, no son suficientes ante Dios si por querer cumplir solamente las formas, dejamos de lado nuestro actuar positivo y nuestro propósito de mejora y apoyo de las causas que son justas en nuestro mundo y con nuestro prójimo.
Resulta interesante encontrar que Isaías NO se refiere exclusivamente a los huérfanos y viudas de Israel, lo que nos puede indicar que nuestra obligación de actuar positivamente no está limitada a nuestro entorno inmediato (familia) o a nuestra comunidad (judíos), sino está abierta a toda persona en nuestro mundo, lo que nos hace responsables no solamente de actuar como hermanos entre nosotros, sino además de buscar ser los agentes de cambio en nuestras sociedades.
El judaísmo le ha entregado al mundo una gran cantidad de principios éticos que nosotros mismos presumimos con gran orgullo, pero no debemos de olvidar que eso que hemos entregado a la humanidad nos debe de hacer al mismo tiempo obligados solidarios con las causas que buscan establecer la justicia entre los humanos.
De esta manera, es quizá más fácil entender el reclamo que Isaías hace al pueblo de Israel, tratando de explicar que las desgracias que caen sobre el mismo se deben principalmente a nuestro desinterés de mejorar el mundo en el que vivimos. Los judíos no esperamos que una vida de contemplación y rezo nos lleve a un mejor futuro en la otra vida, lo que nos llevará a la siguiente etapa en el mundo por venir será nuestra acción y mejora en este mundo, como actores activos de los cambios que son necesarios en nuestras sociedades, y entonces, quizá de alguna extraña manera, podremos tener un mundo más santo y acorde a las profecías que nos han sido entregadas para la humanidad.
No nos confundamos, es mi más fuerte sentimiento entender que la futura reconstrucción del Templo y de Jerusalem son una alegoría de nuestro planeta. Un mundo en donde todos trabajemos bajo principios éticos y humanos de los que nosotros debemos de ser ejemplo y guías para los demás. Dios nos ha dado un gran trabajo, nos ha sometido a fuertes pruebas para templar nuestro carácter como pueblo, pero nuestro comportamiento como nación y parte de un conjunto de naciones es lo que ha dificultado el alcanzar otro nivel en nuestro planeta. No nos olvidemos de nuestra misión y hagamos lo mejor de nuestro esfuerzo personal y colectivo para alcanzarlo.
Shabbat Shalom
Elad benAvraham veSaráh
8 de Av de 5781
17 de Julio de 2021.
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