Parashá Terumá
febrero 16, 2019
Muestra todo

Parashá Beshalaj

Quiero centrar mi comentario sobre cuatro situaciones que me llaman poderosamente la atención en la parashá de esta semana:

1.- Cuando Dios hace que Moshé salga de Egipto con todo su pueblo, no les envió por el camino de los filisteos, donde hacían once días caminando, sino por otro más largo para su crecimiento espiritual. Era necesario que templaran su espíritu para cuando se encaminasen hacia la Tierra Prometida. La enseñanza que obtenemos de esta fracción de texto con que inicia la Parashá es que ciertamente que habrá situaciones en donde se nos facilite sobremanera e incluso que nos guste y hasta se nos antoje placentero, sin embargo, hay ocasiones en que tenemos que hacer lo que no nos gusta o nos causa mucho trabajo, para templar el espíritu. No siempre tendremos el camino fácil, y es mejor estar preparados para lo peor.

2.- Moshé llevó los huesos de Yosef consigo para llevarles a Canaán y el Midrash cuenta la manera en que pudo saber en dónde estaban. Séraj, hija de Asher había sobrevivido la generación de Yosef, y supo que los egipcios habían arrojado  el ataúd de Yosef al fondo del Nilo, para que las aguas fueran benditas. Entonces Moshé se acercó a la orilla y le llamó: “¡José! ¡La hora de la liberación llegó ya! Queremos cumplir el juramento que hiciste a nuestros padres, el de llevar tus huesos con nosotros” y el ataúd emergió del fondo, y así, fueron llevados sus huesos a Hebrón. La enseñanza tras ésto, es que el respeto a la voluntad de una persona que ya ha fallecido, es uno de los más piadosos deberes humanos. Cierto que ya no está para darse cuenta de lo que estamos haciendo con su cuerpo o con sus posesiones, pero es nuestra obligación respetar su voluntad y llevarla a cabo sin protestar.

3.- El Midrash cuenta que cuando los hebreos  estaban desesperados, el mar delante de ellos y los egipcios detrás, Moshé invocó la protección de Dios y El Shaddai respondió: “Existen  circunstancias para orar y otras para obrar”. Estoy convencido de que tenemos que tener un raciocinio muy claro como para saber que si estamos en inminente peligro, no debemos acudir a la oración, sino a los actos que pongan nuestra vida y la de los nuestros a buen resguardo. Y por supuesto, que cuando no hay circunstancias amenazantes por ejemplo, debemos orar con toda la fuerza de nuestra alma y nuestro ser, como lo dice el Shemá Israel.

4.- Dice el Talmud que cuando los egipcios perecían en el mar, los ángeles quisieron entonar sus cánticos para exaltar la grandeza de Dios, pero El Shaddai no se los permitió y les dijo: “¿las obras de mis manos se ahogan en el mar y vosotros eleváis a Mi cánticos?”. Pone Ezequiel en boca de Dios: “¿Quiero yo la muerte del malvado? Lo que quiero es que se aparte de sus caminos y viva”. Esto nos enseña que no debemos alegrarnos con la derrota de los enemigos, sobre todo cuando sufren o perecen. ¿Qué tipo de malvados seríamos si sintiésemos placer ante la desgracia ajena? Sólo hay dos idiomas en que existe una palabra que lo define: el alemán Schadenfreude y el castellano Regodearse que es sentir maliciosa alegría por la desgracia ajena. Incluso en tiempos o circunstancias de guerra, los heridos no se tratan como potenciales enemigos, sino conforme a las Convenciones de Ginebra, se protegen a las víctimas de los conflictos armados.

Rodolfo Gallardo-Rosales.

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