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Parashá Ekev

En esta porción de la Torá Moisés le habla al pueblo de Israel sobre la recompensa que obtendrá si obedecen, observan y realizan las ordenanzas que El Eterno les ha encomendado. Moisés enlista las bendiciones que recibirán, salud, fertilidad, abundancia material y victoria sobre sus enemigos, también les recuerda todas las benevolencias que Dios tuvo con ellos al sacarlos de Egipto y los exhorta a no olvidarse y no creer que lo que reciban es por sus méritos y se olviden de Dios.

El nombre de esta parasha  “Ekev” se ha interpretado por su ortografía en hebreo como una condicionante…”como consecuencia de “, pero también como talón, en ambos casos el enfoque es motivarnos a cumplir los mandamientos de Dios, hasta las más simples o sencillas.

Hoy día cada judío en lo individual y en comunidad continúa esforzándose en cumplir la voluntad del Creador, algunos habitando actualmente la tierra de Israel, otros en la diáspora, pero todos desde las diferentes opciones que el judaísmo tiene para desarrollarse en la vida, anhelamos las bendiciones que Dios tiene para nosotros.

Pareciera fácil lo que El Eterno pide…Únicamente que le temas, que vayas por sus caminos, lo ames, sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma.

Sin embargomás adelante se marca una diferencia con Egipto que pareciera hacerlo aún más difícil. En Egipto plantabas tu semilla y la regabas a pie, como un huerto de vegetales y dice, esta es una Tierra de montañas y valles, que depende de la lluvia para cosechar.

Nos dice que seamos precavidos con nuestro corazón y cita la segunda parte de Shemá que nos recordamos diariamente.

Al igual que de nuestro corazón físico depende la vida, el corazón “emocional” (dice el Rabí Najmán de Breslov) tiene una función vital en nuestra vida judía, pues es el asiento de las emociones, de las pasiones, de los pensamientos. Servir pues a Dios con todo nuestro corazón y nuestra alma implicaría poner todas nuestras capacidades intelectuales y emocionales en esta acción.

Si nuestra vida pudiera registrarse en un trazo como se hace con el corazón, tal vez sería muy semejante a un electrocardiograma, donde hay una línea virtual de la que suben o bajan líneas según su actividad, permitiendo observar momentos donde el trazo se eleva, donde desciende, con tiempos de duración diferentes, cada trazo representando una acción del corazón. Así vamos en nuestra vida, por los valles y las montañas, siguiendo el camino trazado, a veces arriba y a veces abajo, al igual que en el corazón el trazo abajo representa un estado de recuperación (llenado) para el próximo ascenso y así seguimos viviendo, con situaciones que nos pesan detrás de nosotros, que pueden modificar nuestro funcionamiento y con obstáculos que nos obstruyen delante, pero nuestra vida sigue, no sabemos cuándo se para, por lo que en el camino vamos haciendo las adaptaciones necesarias. Espiritualmente podremos sentirnos incluso muertos y aparentemente sin registro de trazos en nuestra vida, pero de repente llega ese golpe, esa descarga que nos reanima.

Estando en este antropomorfismo podemos abordar el orden en que Moisés nos habla para exhortarnos:

•             Obedecer (cumplir la voluntad de quien manda)

•             Observar (mirar con atención para adquirir conocimiento)

•             Realizar (efectuar una acción, llevar a cabo…)

Hoy día nos dicen “obedece” y nuestra antena se pone alerta, la experiencia del abuso de autoridad y la sumisión a la que se puede llevar a una persona o incluso a una multitud es sorprendente, pero en este caso hay una secuencia, Dios manifiesta su voluntad y nos la hace saber, nosotros miramos con atención y analizamos (somos expertos en debatir o argumentar una idea) y entonces efectuamos la acción.

El corazón emocional se encarga de evaluar lo que le están demandando

Los sentidos (ojos) connotan esencia verdadera, hace constar lo que percibimos, controla lo que entra gradualmente.

La acción, el movimiento (los pies, el talón). El talón (pie) da soporte al cuerpo,  movimiento, el contacto con el piso. Cuando efectuamos la obediencia, no debemos perder el piso y vanagloriarnos.

Nuestro cuerpo físico nos enseña cómo debemos equilibrar nuestras emociones, a veces incluso restringirnos o anularnos para seguir con vida (prolongar nuestros días), una vida que no sabemos cuándo termina, pero que tiene una línea trazada y como dice en el capítulo 8:16b  “para hacerte bien en tu final”.

Que las palabras dichas por Moisés en esta parasha, después de que Dios le dijera que él no entraría a la tierra prometida sean un exhorto a continuar esforzándonos con lo que tenemos, con lo que somos, venciendo los obstáculos y que sea la voluntad del Eterno bendecirnos.

Shabat Shalom ve Le Jaim!

23 Av 5779
Verónica Ahavá Padilla

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