HAFTARÁ TERUMÁ
marzo 1, 2020
HAFTARÁ VAYAKHEL
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HAFTARÁ TETZAVÉ

La haftará corresponde al capítulo 43, versículos del 10 al 27,  texto referido a la visión del profeta Ezequiel sobre el lugar del trono del Eterno y el de las plantas de sus pies, donde morará por siempre  en medio de los hijos de Israel, quienes no profanarán ni contaminarán  más el Santo nombre del Eterno con sus iniquidades. Luego de recibir el profeta el mandato del Eterno de mostrar Su Casa a los israelitas para que se avergüencen de sus iniquidades,  les será dado  a conocer la forma, diseño, salidas, entradas,  ordenanzas y leyes  de la Casa para que los pongan en práctica.

La ley de la Casa consiste en que la cumbre del monte, el límite de su entorno, será santísimo. Las medidas del altar, que será cuadrado, son reveladas en codos. Las gradas mirarán al oriente. Sobre el altar se ofrecerán holocaustos y se rociará sangre. Un novillo joven como ofrenda de pecado será dado a los sacerdotes levitas, de la progenitura de Sadoc. La sangre de la víctima será puesta en los cuatro cuernos del altar, en los cuatro ángulos del descanso  y sobre el borde en derredor, de este modo el altar será purificado y será hecha expiación.

Un segundo novillo joven de la ofrenda por el pecado será quemado en el lugar de la Casa designado para el efecto, fuera del Santuario. En el segundo día, será ofrecido un macho cabrío, sin defecto,  como ofrenda por el  pecado y para purificación del altar. Terminada la purificación del  altar será ofrecido un nuevo novillo joven sin defecto y un carnero sin defecto, para ser presentados ante el Eterno. Terminada la purificación del altar se ofrecerán un novillo joven y un carnero sin defectos sobre los cuales, al ser presentados ante el Eterno, los sacerdotes arrojarán sal para el holocausto. Por siete días consecutivos se ofrecerán cada día un macho cabrío como ofrenda por el pecado, un novillo joven y un carnero del rebaño, sin tacha, con fines de expiación y purificación del altar. Transcurridos los siete días de expiación y purificación, el altar quedará consagrado para que, en adelante, los sacerdotes (Cohanim) ofrezcan sobre él los holocaustos del pueblo y sus ofrendas pacíficas. Entonces el Eterno será propicio a los hijos de Israel.

Ezequiel, quien fuera sacerdote,  profetiza desde el destierro de Babilonia, aproximadamente en el año 573 A.E.C. La  visión del Templo futuro, luego de la destrucción del Templo de Salomón o Primer Templo, en manos de Nebuzaradán  hacia el año 586 A.E.C, es conocida como visión del Tercer Templo. La orden del Eterno dada a Ezequiel de compartir la visión del Templo con el pueblo de Israel, lleva implícito el llamado a la teshuvá, el retorno a Dios. Cumplidos los ritos de purificación que conllevarían a la consagración del altar, el Eterno promete extender su favor a los hijos de Israel.

En tanto que en la parashá Terumá  trata lo relacionado con la construcción del Mishkán y  piezas del mismo: el arca (arón), la mesa (shulján), los candelabros y el altar de cobre, la parashá Tetzavé lo hace sobre la vestimenta sacerdotal y demás accesorios del Mishkán. La haftará de Tetzavé, por su parte,  refiere la visión del futuro templo de Ezequiel, en la que se concilia el espíritu profético con el espíritu sacerdotal. El mensaje de Ezequiel se centra en la renovación interior: hacerse a un corazón nuevo y a un espíritu nuevo, en la línea de predicación de profetas como Isaías y Jeremías. Se trata, ni más ni menos, que de la espiritualización de los datos religiosos.

La visión de Ezequiel del Templo futuro, se ubica históricamente entre la destrucción del Templo del rey Salomón en el año 587 A.E.C. y la del Segundo Templo de Jerusalén en el año 70 E.C., como lo corrobora el hallazgo de los rollos del Mar Muerto, luego de permanecer ocultos por largos siglos en las cuevas de Qumrán. Los planos del Templo  descritos en la visión de Ezequiel, fueron tan sólo parcialmente desarrollados en la construcción del Segundo Templo en Jerusalén, en tanto que no son tomados en cuenta en la maqueta arquitectónica  del Templo, actualmente exhibida por el Instituto del Templo de Jerusalén para lo que sería la construcción de un nuevo Tercer Templo. Curiosamente, según la tradición judía, la construcción del Templo futuro, como lo visionó Ezequiel, será “obra divina” y no de hombres. En este sentido se orienta la enseñanza del  midrash según la cual cuando Dios ordenó a Ezequiel que describiera las dimensiones del Templo al pueblo judío, el profeta preguntó:

“Maestro del Universo, ¿por qué me dices que vaya a decirle a Israel sobre la forma de la Casa; ahora están en el exilio  en la tierra de nuestros enemigos? ¿Hay algo que puedan hacer? Déjalos estar, hasta que regresen del exilio. Entonces iré a informarles”

A lo que el Eterno respondió:

“¿Debería ignorarse la construcción de mi Casa porque Mis hijos están en el exilio? El estudio del diseño del Templo Sagrado tal como se detalla en la Tora se puede equiparar a su construcción real. Ve y diles que estudien la forma del Templo Sagrado. Como recompensa por su estudio y su ocupación en él, lo consideraré como si realmente hubieran construido el Templo Sagrado”

Moisés Maimónides, filósofo y teólogo judío español (1138-1204), en su obra “Guía de los Perplejos”, aseveró que Dios, de modo deliberado, había hecho que los judíos pasaron de los sacrificios a la oración, por ser ésta una forma de culto superior. Por su parte, el rabino Abraham Isaac Kook, primer rabino en jefe de la comunidad judía de Palestina, afirmaba que en el culto no serían reanudados los sacrificios de animales, pensamientos ambos contrarias a lo que aún sostiene  del judaísmo ortodoxo, según la cual la construcción de un  Tercer Templo supondría no sólo la reanudación del culto sacrificial con animales, sino también la existencia de sacerdotes (cohanim) y levitas sujetos a las restricciones de pureza descritas en  la Tora.

De una cuidadosa lectura de los libros 2 de Samuel y 1ª de Crónicas, se deduce que el Eterno no requiere de Templos y que la construcción de un Templo fijo para el culto sacerdotal, se debió más bien al hecho de que David Ha Melej así lo quiso (cfr. 2 de Samuel 7, 1-17 y 1ª de Crónicas 17, 1-27).  La corrupción de los sacerdotes y del pueblo, según el profeta Jeremías, condujo a que Dios mismo destruyera el Templo (Beit Ha Mikdash) (cfr. Jeremías 23,11 y 7,11; Lamentaciones 2, 6-7 y 1ª de Reyes 8,9). En el libro del profeta Daniel se habla de la restauración y edificación de Jerusalén, a la venida del Mesías Príncipe  se habrá edificado la plaza y el foso. No se habla en el pasaje bíblico de la reconstrucción del Templo (cfr. Daniel 9,25). Según el Talmud la causa que conllevó a la destrucción del Templo fue el sinat hinam u odio mutuo entre judíos (Yoma 9b), de donde se deduce que ningún Templo será reconstruido mientras tal situación persista.

El mismo Talmud explica que Dios dispuso que los sacrificios del Templo fueran reemplazados por plegarias y por el estudio de la Tora, he aquí algunas enseñanzas al respecto:

Rabi Yohanan, dijo: “Los eruditos que estudian las leyes del servicio de Templo, la Escritura lo considera como si el Templo estuviera reconstruido en sus días” (Menajot 110 a).

Resh Lakish, dijo: “Quien estudie Tora, es como si hubiera sacrificado [ofrendas]” (Menajot 110 a).

Rabí Yehoshuá ben Levi, dijo: “Las plegarias fueron instituíias en lugar del korban tamid [el sacrificio perpetuo o cotidiano de la mañana y de la tarde]” (Berajot 26 b).

Rabán Yohanan ben Zakai y Rabí Yehoshua una vez vieron las ruinas del Templo. Rabí Yehoshuá dijo: ¡Ay de nosotros que este, el lugar donde expiaron las iniquidades de Israel, sea destruido!- hijo mío, respondió Rabán Yohanan- no sufras; tenemos otra forma de expiación tan efectiva como esta -¿y cuál es?- las obras de misericordia” (Avot de Rabi Natan, Versión A, Capítulo 4).

Cabe también citar  palabras del Eterno que se hallan en los libros del profeta Isaías  y en los Salmos (Tehilim) , referidas al Templo, el culto y  la teshuvá:

“Así dice el Eterno: El cielo es Mi trono y la tierra es el estrado de Mis pies. ¿Dónde está la casa que me podrías construir? ¿Dónde está el lugar que podría ser Mi lugar de descanso? Porque todas las cosas las ha hecho Mi mano y así existen, dice el Eterno” (Isaías 66.1).

“Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las naciones (Isaías 56,7)

“Todas las naciones que Tú has hecho vendrán y adorarán delante de Ti, Señor, y glorificarán Tu Nombre” (Salmo 86,9).

“Escuchad la palabra del Eterno, vosotros dignatarios de Sodoma. Prestad oídos a la ley de nuestro Dios, vosotros pueblo de Gomorra. ¿Para qué sirven tantos sacrificios que Me hacéis?, dice el Eterno. Harto estoy de carneros y de sebos de animales cebados. No me complazco con la sangre de toros, ni de ovejas, ni de machos cabríos…” (cfr. Isaías, 10.11).

“No puedo tolerar la iniquidad junto a la asamblea. A vuestros novilunios y a vuestras celebraciones, Mi alma los odia. Son una carga para Mí. Cansado estoy de soportarlos…lavaos, limpiaos, extirpad el mal de vuestras  acciones, de ante Mis ojos. Cesad de hacer el mal. Aprended a hacer el bien, buscad la justicia, ayudad al oprimido, considerad a los huérfanos, defended a la viuda” (cfr. Isaías, 1,12-17).

Sea oportuno proponer, entre otras, las siguientes preguntas: ¿Cuál es mi  contribución a la construcción Templo del Eterno visionado por el profeta Ezequiel? ¿Qué papel juega el estudio de la Tora y la práctica de las obras de misericordia en el propósito de hacer realidad el Nuevo Templo? ¿Practico el amor hacia judíos de tradiciones diferentes a la mía? ¿Practico el amor  hacia los no judíos? ¿Reconozco en todos los seres humanos, indistintamente, la imagen (tzelem) de Dios? ¿Cuál es mi compromiso con el propósito de hacer del mundo un mundo mejor? ¿De qué modo han permeado los principios éticos del judaísmo mi diario vivir y mi manera de pensar? ¿Me esfuerzo en recorrer  el camino de la  teshuvá, el camino del retorno a Dios?

En cuánto miembros de la comunidad (kehilá) de hijos del Dios, cabe preguntar si se hace o no eco de palabras contenidas en el libro del profeta Ezequiel, como las siguientes:

“…Oh hijo de hombre, di a la casa de Israel- ha dicho el Eterno a su profeta-: Vosotros habláis diciendo: ‘Nuestras transgresiones y nuestros pecados son sobre nosotros y nos consumimos. ¿Cómo vamos pues a vivir?’. Diles: Por Mi vida, dice Dios el Eterno, que no siento  placer alguno en la muerte del inicuo, sino que el inicuo se vuelva de su camino y viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos, ¿Por qué habéis de morir, o casa de Israel?” (Ezequiel 33, 10.11).

¡Shabat shalom alejem! ¡Le shaná tova ve Yerushalaim!

11 Adar 5780
Menajem ben Abraham ve Sara

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