Comentario a la parashá Yitró
febrero 8, 2021
HAFTARÁ TETSAVÊ (POR)
febrero 28, 2021
Muestra todo

PARASHÁ TERUMÁ

HAFTARÁ DE SHABAT CORRESPONDIENTE A LA PARASHÁ TERUMÁ

En tanto que la parashá Terumá (ofrendas) se refiere a las donaciones dadas con el fin de construir el Tabernáculo (Ha Mishkán), la correspondiente haftará (1 Reyes 5.26-6.13) hace alusión a la construcción de la Casa (Ha Bait) bajo la conducción del rey Salomón. En medio de la abundancia de detalles que debían ser tomadas en cuenta tanto para la construcción del Tabernáculo como para la construcción de la Casa, se destaca el hecho de que para que el Eterno habite en medio de su pueblo y sean consagrados para ÉL dichos lugares, se han de cumplir exigencias de tipo ético. En el caso de la Casa la exigencia hecha por el Eterno, tanto a Salomón como al pueblo, se expresa claramente con las siguientes palabras: “Con respecto a esta Casa que estás edificando, si andas en mis Estatutos y ejecutas Mis mandatos, si guardas todos Mis mandamientos para andar en ellos, entonces estableceré Mi palabra (devarí) contigo, la cual dije a David tu padre, o sea que moraré allí dentro, entre los hijos de Israel (ve shajanti betoj benei Israel) y no abandonaré a mi pueblo Israel.” Para el caso del Tabernáculo, la exigencia ética se consigna en la frase “diles a los hijos de Israel que me traigan ofrendas donadas por todo hombre que las de corazón (daver el benei Israel veyikju-li teruma meet kol ish asher yidvenu livo tikju et terumati).” El cumplimiento de la Torá del Eterno y de sus principios éticos no admiten ser relativizados, han sido establecidos para que a través de las épocas sean observados por el pueblo y también por sus gobernantes. Hoy en día, ha irrumpido en la sociedad el relativismo moral que niega la existencia de un estándar objetivo que permita distinguir entre el bien y el mal.  Para el relativismo moral corresponde a cada persona definir un código ético subjetivo, su propio código ético, de modo tal que cada cual pueda definir la moralidad y la ética de la forma como quiera, como bien le parezca. De este modo, el bien y el mal se reducen a una simple cuestión de opinión o, incluso, de gusto personal, del mismo modo en el que consumir un helado o una porción de pizza puede resultar agradable para uno o desagradable para otro. Desde una óptica opuesta a la del relativismo moral, se encuentra la afirmación según la cual existe un estándar absoluto de ética y de moralidad, no sujeto a cambio, que trasciende a la humanidad misma, un estándar no sujeto a aprobación personal alguna. Dicho estándar absoluto de ética y de moralidad, en consecuencia, sólo puede proceder, en medio de un mundo finito y sujeto a cambio, de un Ser Infinito, el Eterno Dios, existente fuera del tiempo y, por lo tanto, absoluto e inmutable, como se afirmó desde hace siglos atrás en el libro del profeta Malaquías: “Yo soy Dios, no cambio.” (cfr. Malají 3.6) El Rav. Nejemi Coopersmith, autor del libro “Shmooze: Una guía para pensar y suscitar discusión sobre temas esenciales judíos”, pregunta y a la vez responde: “¿Qué provoca nuestro enojo moral? ¿Injusticia? ¿Crueldad? Hay un sentimiento de que un estándar de moralidad ha sido violado, un estándar objetivo que trasciende a la humanidad, que proviene de un Ser absoluto e infinito.” De nuevo pareciera hacerse escuchar el eco de las palabras dirigidas por el Eterno a Salomón: “…si andas en mis Estatutos y ejecutas Mis mandatos…entonces estableceré Mi palabra contigo…moraré allí dentro, entre los hijos de Israel…” Como bien lo señalara el Rabino Jacques Cuckierkorn en servicio de Kabbalah Shabat, en relación con la construcción del Tabernáculo y la Casa del rey Salomón, una característica propia del judaísmo es la santificación del tiempo y del espacio, abordados desde épocas pretéritas por parte de los sabios de Israel como parte integrante de una misma realidad, el mundo (HaOlam), tal y como en tiempos modernos lo hiciera también el físico Albert Einstein, padre de la Teoría de la Relatividad, para quien tiempo y espacio resultan ser aspectos inseparables de una misma realidad. En este sentido, por ejemplo, la observancia don rectitud de corazón del shabat, signo de la alianza entre Dios y su pueblo, y las demás mitzvot o preceptos de la Torá, constituyen garantía de la presencia de Dios entre su pueblo, a través de las épocas. De este modo Israel se hace portador de la luz divina para todos los demás pueblos de la Tierra, en el contexto de una única familia humana. La teshuvá (conversión, vuelta a Dios) o “circuncisión del corazón”, sigue siendo, en voz de los profetas, el llamado urgente y actual que nos invita a practicar en el diario vivir los valores éticos del judaísmo, contribuyendo a hacer, en consecuencia, del mundo un mundo mejor (tikun olam). Para asegurar el fruto del esfuerzo personal y comunitario, se ha de elevar con espíritu humilde nuestra plegaria, del modo como lo insinúa la lectura del servicio matutino diario de nuestra comunidad, Britbraja: “Dios nuestro y Dios de nuestros antepasados, ayúdanos a que vivamos de acuerdo a tus enseñanzas y a cumplir tus mandamientos éticos.” (cfr. Sidur Tefilá Rivka, p. 8) 

Adar 8, 5781.
Feb. 23, 2021.

Menajem ben Avraham veSaráh
www.britbraja.mx
facebook.com/Britbrajamex/
twitter.com/MxBrit/
instagram.com/britbraja/

pinterest.com.mx/britbraj/

[La imagen puede estar protegida por derechos de autor]