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Haftará Vayigash

EL PUEBLO JUDÍO, PUEBLO DE DIOS

La haftará de este shabat, 7 del mes de Tevet del año 5782, corresponde a la parashá Vayigash y toma como referente el capítulo 37 del libro del profeta Ezequiel, versos 15 al 18. Fue probablemente en el siglo VI A.E.C. cuando el profeta dio su mensaje de esperanza al pueblo de Israel en el exilio babilónico luego de una trágica y dolorosa división de la nación en dos reinos, el del norte asociado a la tribu de Efraín con capital Samaria y el del sur asociado con la tribu de Judá con capital Jerusalén. La ruptura se consolidó hacia el año 922 A.E.C., en medio de Intensas luchas de poder que siguieron a la muerte del rey Salomón. Atendiendo las instrucciones del Eterno, Ezequiel realizará una acción que servirá como metáfora: tomará dos leños, en uno de ellos marcará la frase “Judá y los israelitas asociados con él”, en el otro “Efraín y los israelitas asociados con él”, ambos leños deberán ser juntados para conformar uno solo. A la pregunta hecha por los hijos del pueblo sobre el significado de la acción, el profeta responderá: ”He aquí que tomaré a los hijos de Israel de entre las naciones a donde fueron y los reuniré de todas partes y los traeré a su propia tierra. Haré de ellos una nación en la tierra sobre las montañas de Israel y un rey será rey de ellos y no serán más dos naciones, ni serán más divididos en dos reinos…” (Ezequiel 37: 21,22). Así mismo, el mensaje divino dirá que los israelitas no se contaminarán más con sus ídolos ni sus transgresiones, de modo que serán “Mi pueblo y yo seré Su Dios. Y mi siervo David será rey sobre ellos…”  (Ibidem 37:23,24). Como se observa, el sueño de un Israel unido va acompañado de la promesa mesiánica de redención de la mano de un descendiente del rey David. El trasegar del pueblo por los caminos del Eterno le traerá bendiciones:” Haré un pacto de amistad con ellos, será un pacto eterno con ellos; los estableceré y multiplicaré, pondré mi Santuario entre ellos para siempre.” (Ezequiel 37:26). El anhelo de unidad del pueblo de Israel continúa aún vivo, pues al llegar a su fin el exilio de Babilona fueron casi exclusivamente los descendientes de Judá quienes retornaron a Eretz Israel para reconstruir el Templo aceptando así la oferta hecha por Ciro, rey de Persia. Se suele preguntar ¿Qué pudo haber sucedido con las restantes tribus de Israel? Probablemente fueron asimiladas entre las naciones donde se hallaban dispersas, pese a lo cual la repatriación de las tribus perdidas de Israel sigue siendo un componente del sueño de la redención final. Como bien lo señalara el Rabino Jacques Cukierkorn en su enseñanza de Kabbalah  Shabat, todo está sometido a un continuo cambio tanto en la historia de los hombres como en la naturaleza misma, de ello se percató el filósofo de la Grecia antigua  Heráclito, pues “nadie se baña en el mismo rio dos veces.” Los hermanos de José cambiaron sus corazones, luego de que varios años atrás lo hubieran vendido como esclavo a comerciantes del desierto. El judaísmo no puede sustraerse al cambio continuo que, lejos de desdibujarlo, garantiza su permanencia en la historia fortaleciendo su identidad. Es así como en el devenir de la historia judía han surgido variadas formas y modos de vivir el judaísmo. En su libro “Judaísmo para todos” el autor Bernardo Sorj señala que el judaísmo es ante todo un sentimiento, una experiencia emocional de identificación con un universo psicológico y cultural que huye a las definiciones. Las identidades judías en la modernidad son múltiples, de modo que la unidad del judaísmo no puede ser dada por una única corriente que se superpone a la otras, sino por el reconocimiento de la contribución de cada fragmento de la vida judaica. Según Sorj, la fragmentación del judaísmo es generadora de riqueza y vitalidad para un numero de apenas unos pocos millones de personas que constituyen el pueblo judío en el mundo de hoy.  La Biblia, el Tanaj, observa el citado autor, entrelaza historias individuales y colectivas, creencias y legislación, siendo el relato central el curso de la alianza de un pueblo con Dios, en el cual van mudando la representación de Dios, el pueblo, la alianza. La Biblia constituye el texto de referencia de los judíos por excelencia, independientemente de la importancia que le pueda ser dada, de la creencia en la veracidad o no de sus relatos o aún del hecho de que haya sido leída, pues en ella, en la Biblia, se encuentran los mitos fundacionales que en el imaginario colectivo hacen de un individuo concreto, parte de una comunidad fundada en la historia. Es así como la Biblia define una filiación, relatos y arquetipos de un origen común, presente en el imaginario de los judíos y aún de los no judíos, en particular la historia de Abraham abandonando su hogar y tierra natal para crear un nuevo pueblo, la salida de los hebreos de la esclavitud de Egipto liderada por Moisés y el reino de Israel consolidado por David, hitos éstos a partir de los cuales se desenvolvieron tres mil años de historia. Concluye Bernard Sorj que un nuevo judaísmo inclusivo y sin temor al proselitismo, representa hoy por hoy la única alternativa de supervivencia del judaísmo. Perseverar en la vivencia de los valores éticos del judaísmo con aceptación y respeto hacia otras formas de vivir el judaísmo, hacer del estudio de la Tora escrita y de la Tora oral pilar de nuestra formación, esforzarnos por hacer del mundo un mundo mejor, serán sin duda la contribución que como judíos, miembros de la comunidad Britbraja, estamos llamados a hacer con alegría en favor de la supervivencia del judaísmo y de a la unidad del pueblo judío en su diversidad étnica y cultural que lo hace único y con propia identidad.

Menajem ben Avraham veSaráh

Tevet 7, 5782.
Diciembre 11, 2021.

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