HAFTARÁ  VAERÁ
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Haftará Bo

Haftará Bo

Las lecturas de esta semana en Shemot 10:1-13:16 y Jeremías 46:13-28 tienen varias cosas en común, oscuridad y destrucción se avecinan a Egipto, Paró es advertido de su destrucción por un enviado del Eterno, Dios de Israel. Con una diferencia de 700 años Moshé (1313aec) y el profeta Jeremías(610aec) son responsables de ir frente a Paró “La gran serpiente” y anunciarle su destrucción.

Al igual que en Shemot Paró se olvidó de Yosef y la salvación que vino por medio de él, hasta llevar a sus descendientes a la esclavitud, en tiempos de profeta Jeremías Egipto da la espalda a un Israel que se encuentra asimilado e inmerso en la desolación.

En esta haftará el profeta Jeremías profetiza acerca de la destrucción de Egipto por mano de Nabucodonosor rey de Babilonia.  El Eterno a través de Jeremías no sólo profetiza sobre Jerusalén (el exilio a Babilonia), sino manda proclamar sobre las naciones el avecinamiento de su destrucción.

Jeremías tuvo que cumplir su encomienda entre un pueblo que ya no deseaba escuchar la voz de los profetas, ni siquiera ante la amenaza de ver realizados los vaticinios. 

El ambiente al que se enfrentó Jeremías fue realmente difícil, con falsos profetas infiltrados entre el pueblo, sufrió desprecios, martirios, gente de su propio pueblo atentaron contra su vida, fue condenado a la cárcel en un foso oscuro y enlodado por hablar palabra del Eterno.

Múltiples exhortos de parte del Eterno a Israel, diciéndoles: se han olvidado de cuando anduviste detrás de Mí en el desierto, Los depositarios de La Ley no Me han conocido…Vean a su alrededor y reflexionen:

¿Acaso ha cambiado una nación sus ídolos, aunque ellos no son dioses?

¡Mientras que mi pueblo ha cambiado su Dios glorioso por lo que no les sirve!

Egipto fue culpable de la gran desolación de Israel, sin embargo, no se exime de responsabilidad a Israel, pues la confianza y seguridad que sentían en su asimilación los llevaron a olvidarse del propósito del Eterno.

Esta Haftará nos habla de lo efímero de nuestra existencia y de nuestra obra. El fin de una civilización en manos de un nuevo liderazgo, que también pronto acabará, han sucumbido los egipcios, babilonios, griegos, romanos, y otros grandes imperios y de igual manera surgen nuevas potencias mundiales.

¿Por qué hay de parte de Dios un exhorto a las naciones?

Desde Bereshit, dónde El Ein Sof se oculta y lleva a cabo la creación, hay un plan universal, un plan que va más allá de lo individual y es en Shemot dónde con la conformación del pueblo de Israel se inicia una etapa de revelación divina no sólo para Israel, sino para toda la humanidad.

Tres cosas vemos en el libro de Shemot: Exilio y redención, Entrega de la Torá y Un Mishkán dónde descienda la Shejiná

Dios creó un vínculo con Israel, lo hizo su pueblo y le entrega la Torá, pero la Torá no es el fin o el propósito de Israel. Se hizo Israel, para que cumpliendo la Torá haga descender la presencia divina al mundo.

Es muy grave no cumplir la Torá y no es como algunos creen, que si Israel no la cumple hay que buscar a otro que si lo haga, porque el fin, no es la Torá, la Torá es el medio para traer revelación de Dios.

El hombre no está en el mundo para pasar un examen de la vida y según actúe va al cielo o al infierno, está aquí para traer luz divina. Dios ligó las obras de los hombres a la Luz.

La figura del faraón que hoy vemos en nuestras historias, enmarca al hombre de este mundo, que hace de lo físico un dios, él mismo se creía Dios, no mentía cuando dijo ¿quién es ese Dios de Israel? ¡No lo conozco! Y aunque Dios insistía en que lo conocieran, nunca llegó ese conocimiento, pues Paró estaba limitado a este mundo, alejado de la luz divina.

El daat (conocimiento) es esa conciencia unificada de la presencia divina en este mundo físico. La conciencia de que todo contiene una chispa divina para ser revelada, en un acto de al amor al prójimo, el hacer una mitzvá, etc. Son acciones que hacen descender la shejiná entre las naciones.

La Haftará concluye con palabras de esperanza:

No temas mi servidor Yaacob, no tengas miedo Israel. Mira que a ti y a tus descendientes los rescataré de esa lejana tierra a la que fueron desterrados. Yaacob volverá a estar en paz y armonía, sin que nadie lo inquiete. Yo estoy contigo, te castigaré como mereces, pero no acabaré contigo. 

¡Veamos a nuestro alrededor y reflexionemos!

Israel tiene un propósito del que no puede escapar, nadie puede sustituirlo, pero todos pueden ser parte de él, estar entre las naciones sigue siendo un reto maravilloso. Si bien el exilio lleva a la nostalgia por la tierra perdida, también ha representado consolidación en el pensamiento e identidad religiosa y en la unidad y afirmación como pueblo. La búsqueda de lo divino está moviendo las almas a salir incluso de las religiones, en busca del Dios ilimitado que siempre quiere habitar entre su creación.

La esperanza acompañó a Moshé y a Jeremías y hoy día debe ser también quien nos acompañe. Animémonos unos a otros cada día a perseverar en El propósito que nos ha sido encomendado y recordemos en nuestra generación los milagros de nuestra redención.

Shabat Shalom!

Verónica Ahavá

Shvat 6, 5782
Enero 8, 2022

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