Yom Kippur
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Parasha Haazinu

(Devarim 32:1 – 52)

La décima sección de Devarim se compone casi en su totalidad del poema Testimonial que Dios enseñara a Moshé y ordenara transmitir al pueblo judío. En él, Dios pide al pueblo que escuche (haazinu, en hebreo) Sus palabras mientras repasa su historia, y les informa acerca de las consecuencias de su conducta futura, ya sea positiva o bien negativa.

Quienes hemos recibido la bendición de tener hijos, tarde o temprano nos damos cuenta de que además de las alegrías que ello conlleva, al mismo tiempo adquirimos una gran responsabilidad en su enseñanza y guía de crecimiento y vida, para lo cual debemos en ocasiones de cambiar nuestra forma de trato aparente hacia con ellos.

De esa forma, cuando alguno de nuestros hijos comete un error es parte de esas responsabilidades corregirlos y de ser necesario aplicar los correctivos que esos errores merezcan. Ciertamente cuando sucede algo así, nuestro corazón se debate entre la necesidad de hacerlo y el amor que por ellos sentimos, sin embargo, es precisamente ese amor el que nos da la fortaleza para hacer lo que corresponde sabiendo que es por su bien y su beneficio.

“Escuchad, oh cielos y hablaré; que oiga la tierra las palabras de mi boca.” Devarim 32:1, la expresión de Dios al referirse a ambos elementos nos presenta la dualidad de estos sentimientos, por un lado está el lado terrenal de nuestro actuar, la necesidad de la disciplina y las leyes, y por el otro lo celestial en nuestro amor a los hijos y la tentación de perdonar y olvidar sin ninguna condición.

De esta misma forma, la parasha Haazinu parecería más una advertencia hecha por Dios hacia su pueblo Israel advirtiéndole lo que le pasará si no sigue sus reglas y órdenes, bajo amenaza de tremendos castigos y sufrimientos a cambio de sus desobediencias. Sin embargo bajo estas metáforas bastante dramáticas, podemos encontrar una enseñanza muy profunda y atemporal, que leída el día de hoy o hace mil años, tienen el mismo significado.

Al igual que un padre amoroso, que sabe que en ocasiones es necesario sancionar las conductas erróneas de sus hijos, encuentra que un equilibrio entre esa obligación y el amor infinito que tiene por ellos resulta en una relación que florece, El Eterno nos presenta un camino en donde es necesario alimentar nuestro actuar cotidiano con las enseñanzas de lo celestial que encontramos en la Torá. Centrando nuestra vida diaria en lo que aprendemos de ella y entendiendo que todo lo que obtenemos de forma material, debe de tener un uso recto que desafíe nuestro lado negativo, para que de esa manera no se convierta en un “ídolo” que de la misma forma en que el becerro representó quizá uno de los mayores pecados del pueblo israelita contra Dios.

El Eterno al referirse al pueblo israelita como sus hijos, nos hace saber que al igual que nosotros con los nuestros, nunca nos dejará solos ni nos dejará de amar. Aún cuando cometamos las ofensas más graves siempre mantendrá su relación con nosotros y de la misma forma cuando actuamos de manera correcta y utilizando nuestra inclinación positiva en nuestros actos cotidianos, recibiremos las recompensas de ese actuar.

No es solamente una relación de conveniencia, en la que si nos portamos bien recibiremos recompensa, y si actuamos mal seremos castigados, al igual que nuestra relación con nuestros hijos en la que sabemos que más que la recompensa por ello está el cambio de actitud y comportamiento en la relación de ellos con el mundo, su entorno, sus conocidos y amistades, la que se verá beneficiada por ese actuar.

Lo espiritual y lo material no necesitan convivir en ámbitos separados, por el contrario, el judaísmo busca encontrar un equilibrio entre ambos mundos ya que de esa forma, podremos además cumplir con nuestra función en este mundo que es la de mejorarlo y ayudar a dirigir al resto de la humanidad con el ejemplo y actitud, en la certeza que al hacerlo El Eterno velará tanto por nuestro bienestar como por nuestra protección, aún cuando en ocasiones parecería que se ha olvidado de nosotros, pero que al igual que nosotros con nuestros hijos, no se rompe la relación existente entre ambos.

No olvidemos que la prenda más valiosa del judaísmo está en la Torá y en la manera que ella nos ayuda a establecer la guía que este mundo necesita para cumplir la dirección que El Eterno espera que mantengamos, tanto su pueblo como el resto de la humanidad. No es tan solo un libro de historias maravillosas y extraordinarias, como toda metáfora, esconde más de un nivel de significados y nuestro trabajo consiste en armonizar esos mensajes con nuestro actuar cotidiano. No basta con “saber”, además debemos de “actuar”.

Shalom

13 Tishre 5780
Elad ben Abraham veSaráh

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