HAFTARÁ JUCAT
Jucat significa “Estatuto” o “Decreto”.
La Parashá de hoy inicia diciendo:
Vayedaber Adonay el-Moshe ve’el-Aharon lemor. Zot jukat hatorah asher-tsivah Adonay lemor daber el-beney Yisra’el veyikju eleyja parah adumah t’mimah asher eyn-bah mum asher lo-alah aleyha ol.
El Eterno les habló a Moshé (Moisés) y a Aarón, diciendo: “Éste es el decreto de la Torá que El Eterno ha ordenado, diciendo: Háblales a los Hijos de Israel y ellos tomarán para ti una vaca completamente roja, que no tiene mácula, y sobre la cual no se ha ceñido el yugo”.
Este precepto que habla sobre la vaca roja (paráh adumáh), se clasifica como un decreto, precisamente porque es de las cosas que el pueblo de Israel debe observar aunque no se dé una razón para ello, y sólo al Eterno corresponde su explicación. Sin embargo debemos hacer notar que el simple hecho de que alguien poseyera una vaca roja (fenómeno muy raro) significa que el dueño es una persona muy rica, y esta petición, sin duda, empuja al pueblo habreo a la ganadería.
Rashí dice que el decreto se debe al “yétzer hará” o inclinación al mal del hombre y cita el midrash donde refiere que esa inclinación es adversa al cumplimiento de un decreto del Eterno. Este capítulo, habla del ordenamiento de tomar una vaca roja y quemarla para, con sus cenizas, purificar a todo el que tenga contacto con un cadáver. La palabra “Decreto” (Jucat) significa prácticamente “Es un decreto de mi parte y no tienes derecho de especular ni criticar sobre él”.
Dice el Midrash Rabá que hay cuatro preceptos sobre los que la inclinación al mal objeta: Yibum, o casarse con la esposa del hermano fallecido; Shaatnez o mezclar lana con lino; Seir Hamishtaléaj, o enviar un chivo expiatorio al desierto y Pará Adumá o la vaca roja de este capítulo.
“Que tomen para ti” le dice a Moshé que personalmente debe hacerse cargo de todo lo relacionado con la vaca roja”. Se cree y se ha dicho y escrito que hay decretos como el de la vaca roja, que carecen de algún sentido o significado, sin embargo, dice el Maharal de Praga que “Todas las leyes de la Torá poseen una razón intrínseca”. Rashí dice que “Eleija” o sea, “para ti” no significa que la vaca era entregada a Moshé, sino que fue la Torá quien asoció a Moshé con la vaca.
Por otro lado, en el verso 14 del Capítulo XX, dice expresamente:
Vayishlaj Moshe mal’ajim miKadesh el-melej Edom koh amar ajija Yisra’el atah yadata et kol-hatla’ah asher metsa’atnu. Vayerdu avoteynu Mitsraymah vaneshev beMitsrayim yamim rabim vayare’u lanu Mitsrayim vela’avoteynu.
Moshé (Moisés) envió emisarios desde Kadesh al reino de Edom: Así dijo tu hermano Israel: tú sabes todas las dificultades que nos han acaecido. Nuestros antepasados descendieron a Egipto y nosotros habitamos en Egipto durante muchos años, y los egipcios nos hicieron mal a nosotros y a nuestros antepasados.
Dice “Tu hermano Israel” y Rashí dice al respecto que la razón de apelar a la hermandad fue una referencia directa a “Nosotros somos hermanos, hijos de Avraham a quien se le dijo: pues tu descendencia será extranjera”.
Dice también “Tú sabes todas las dificultades que nos han acaecido” y alude con esto, dice Rashí, a la separación entre los gemelos, cuando Esav se fue a otra tierra a causa de Yaakov, así que solamente a Yaakov correspondió pagar la deuda de vivir como extranjeros en tierra ajena. En Bereshit esa promesa fue hecha a Avraham, cuyos nietos, hijos de Yitzjak, eran tanto Esav como Yaakov, y por supuesto, los incluye.
“Los egipcios nos hiceron mal” dice Rashí, alude a haber pasado muchas tribulaciones. La implicación es que, además de pagar la deuda los hijos de Israel de ser extranjeros en tierra ajena, tuvieron que pasar muchas penalidades, sufrimiento y dolor causados por los Mitzrim, y eso, tampoco tuvieron que pasarlo los edomitas.
La Haftará de Jucat, que es de Shofetim XI, por su lado coincide sobre esta última parte, cuando refiere:
Vayishlaj Israel Malajim El-Mélej Edom Lemor E’eberáh-Ná Beartzeja veLo Shamá Mélej Edom veGam El-Mélej Moab Shalaj veLo Abáh vaYeshev Israel veKadesh
Entonces Israel envió mensajeros al rey de Edom diciendo: “Yo te ruego que me dejes pasar por tu tierra”. Mas el rey de Edom no les dio oídos. Envió también al rey de Moab, que tampoco consintió; así Israel se quedó en Kadesh.
Así relata Shofetim (Jueces, Cap XI) cómo los hijos de Israel sufrieron la agresión de los hijos de Ammón, que argumentaban que Israel se habría apropiado de las tierras desde Arnón y Jaboc hasta el Jordán. Ellos explicaron cómo fueron bloqueados hasta quedar en el oasis de Kadesh-Barnea y siendo víctimas de ataques multilaterales, fueron conquistando tierras de los amorreos que eran desde Arnón y Jaboc hasta el Jordán. Entonces se enfrentaron e Israel venció a los hijos de Ammón.
Nuestro racionalismo nos indica que no debemos creer a ciegas, y para cada uno de los mandatos que el Eterno hace sobre nosotros, buscar una razón, pues cada uno de ellos, tiene una razón de ser de ese modo, y el hecho de que nosotros no la conozcamos no significa que no exista, como lo asegura el principio de la razón suficiente, de Leibnitz. Precisamente ese principio debieron aplicar los primeros israelitas, cuando recibieron el decreto de la Paráh Adumáh, si desconocían la razón, sustituirlo con la confianza que debían tener en que el Creador debería tener una. Todas las mitzvot están hechas para beneficio del ser humano, y ninguna de ellas para beneficio del Creador. Él no necesita esos beneficios. Los necesitamos nosotros.
¿Y cuándo objetamos? Con alguno de los cuatro mandatos, y uno de ellos es la vaca roja. Nuestro entendimiento, debería hacernos saber que es la inclinación al mal lo que nos hace objetar ese mandamiento. Hacer lo que no nos gusta o no nos convence, seguramente nos servirá para templar nuestro carácter.
Este carácter nos servirá perfectamente para darnos cuenta de que tenemos que cargar sobre los hombros la responsabilidad de ser los hijos de Avraham, aquél a quien se le dijo que “tu descendencia será extranjera en tierra ajena” y si bien es cierto que el judaísmo no es una cuestión étnica, ni tampoco una nación, sino una forma de v ida que involucra una cantidad enorme de etnias, lenguas, nacionalidades, usos y costumbres, jamás debemos olvidar el concepto de que hemos sido extranjeros en Mitzraim, y eso nos obliga a amar al extranjero, y por supuesto, procurarle la ayuda cuando nos la pida.
Ciertamente por ese tiempo y lugar, los israelitas fueron constreñidos a un espacio y atacados, y en el momento de defenderse, como eran las costumbres de hace varios miles de años, fueron ocupando las tierras que pertenecían a aquéllos a quienes iban derrotando en la batalla. Esa era la forma de actuar no del pueblo de Israel, sino de todos los pueblos que habitaban el oriente medio. Hacer la guerra para modificar las fronteras de los diferentes países, gracias al sistema de expansión sobre los derrotados.
Hoy no estamos en guerra con nadie. Hemos sido capaces de permanecer en un solo lugar y con nuestras familias por siglos. Ya somos americanos, o europeos, o asiáticos o africanos, tenemos mucho en común con la gente de los países en los que habitamos, ya no debemos pelear para tener un lugar, nos lo hemos ganado con trabajo.
En la diáspora.
יצחק בן אברהם ושרה
Yitzjak ben Avraham veSaráh
10 de Tamuz de 5782 / 9 de julio de 2022
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