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Parashá Terumá

Hace algunos días regresó mi hija Daniela de su servicio social, después de un año de trabajo en comunidades rurales del norte del estado, motivo por el cual decidimos su madre y yo festejarla llevándola a cenar con sus hermanos y abuelas a donde ella deseara. Al llegar al lugar donde se encuentra el restaurant, y al bajar de la camioneta donde nos transportábamos, se acercó un migrante centroamericano con uno de sus hijos, para pedirme un apoyo, ya que no habían comido en todo el día. Mientras mi familia se instalaba en el restaurant, platiqué un poco con esta persona y me contó un poco de sus experiencias, y entre ellas me dijo que estaban quedándose en un refugio y ahí se había quedado su esposa con otro de sus hijos mientras él se dedicaba a buscar algo de dinero para comer. Ya eran las 8 de la noche y me dijo que solo había juntado alrededor de 70 pesos.

Tome mi cartera y me di cuenta de que no había cambiado dinero a billetes pequeños, así que de cualquier forma le di un billete grande y le insistí solamente en que lo utilizara en comprar comida para su familia. Me preguntó que tanto podía comprar con eso y al decirle aproximadamente que podía comprar se asustó y me agradeció muy efusivamente, a lo cual me despedí de él y me fui con mi familia. Al sentarme a la mesa me di cuenta de que tal vez no iba a alcanzar a pagar con el efectivo que traía por lo que al terminar lo hice con la tarjeta de crédito. Mi esposa se sorprendió ya que sabe que rara vez la utilizo y le comenté lo que había sucedido y me preguntó porque no había mejor utilizado las monedas que traía en la camioneta, a lo que le dije que dar una tzedakah con lo que sobra, aún cuando es bueno, es tan solo lo más básico de ello, cuando se da lo que no le sobra a uno a quien no tiene forma de regresarlo, es cumplir la mitzvah en un nivel mucho más agradable ante Dios.

“Y le dijo el Eterno a Moisés: “Diles a los hijos de Israel que Me traigan ofrendas donadas por todo hombre, que las dé de corazón.”

La parashá de esta semana, Terumá, habla de las precisas instrucciones que Dios le da a Moisés para la construcción del Tabernáculo, en formas, materiales, medidas y estructura, tan precisas que con el solo texto de Shemot es prácticamente posible hacer una reconstrucción exacta del mismo el día de hoy.

“Tomaréis de ellos como ofrendas de oro, plata y cobre.”

Aún cuando estas dos secciones parecieran una contradicción, donde primero se pide y después se exige, nos dan la pauta para entender la importancia de que la Tzedakah sea dada no con las sobras de lo que uno tiene, sino con aquello que nos es valioso, importante y sobre todo, preciado para nosotros. No hablamos solamente de dinero, sino de tiempo, palabras, acciones y nuestra propia persona. La Tzedakah no es tan solo una “caridad” en el sentido que nuestra sociedad lo entiende, sino un esfuerzo determinado y valioso de corregir el mundo a nuestro alcance de todas aquellas imperfecciones que nuestra sociedad tiene, no solamente para los judíos, sino para todo el mundo.

La alegoría del Tabernáculo, donde Dios está presente con el pueblo de Israel, nos indica que lo que se hace abajo (en nuestro nivel) impacta arriba (la otra vida), y nos sirve de continuo recordatorio de su presencia ya que el pueblo de Israel puede ser entendido como un niño que apenas está teniendo conciencia de su relación con Dios y requiere de que esté cerca de él para “portarse bien”. Con el tiempo y con el estudio y madurez, el pueblo judío debe de aprender a hacer lo que debe de hacer sin estar requiriendo que Dios esté detrás de nosotros, de ahí la importancia de entender esta relación con la Tzedakah.

Jesús Héctor Gaytán Polanco.

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