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Parashá Pinjás

(Bamidbar 25:10 – 30:1)

La octava sección del libro Números comienza con el relato del nombramiento que hiciera Dios de Pinjás, sobrino nieto de Moshé, como sacerdote. Continúa con el último censo en el desierto, las leyes de herencia, la transferencia del liderazgo de Moshé a Iehoshúa, y los sacrificios diarios y los relativos a las festividades.

Existe una extraña historia en la región donde vivo, que cuenta que hace algunos años, en medio de una fuerte ola de inseguridad y de ataques entre bandas del crimen organizado, muchas de estas bandas se dedicaron a hacerse de propiedades rurales alejadas de la ciudad, con el objetivo de que sirvieran de lugares de adiestramiento y escondite para sus participantes. Prácticamente la gran mayoría de las personas en mi ciudad tienen algún conocido que tuvo que abandonar su finca o su negocio por las amenazas de los criminales para que les fueran entregadas.

Don Alejo Garza Taméz es el nombre de un propietario de un rancho en el estado de Tamaulipas el cual fue amenazado por un grupo criminal para entregarlo, a lo cual él se negó. Despidió a sus trabajadores y quedándose solo defendió su propiedad muriendo en el suceso y dejando algunos de los atacantes muertos.

El Sr. Garza, era una persona de 77 años, empresario maderero de la ciudad y un muy conocido filántropo dedicado a la mejora de la educación en los pueblos del estado, ya que él mismo había nacido en uno de ellos. Era de todos conocido su carácter bonachón y sobre todo, su inclinación hacia la solución de los problemas de manera amigable y sencilla, muy acorde a la tradición de los habitantes de los pueblos rurales del noreste del país.

Cuento esta historia para ilustrar una parte interesante de la Parashá de esta semana, en donde Pinjás decide realizar una acción que normalmente no debería hacer, pero que ante las circunstancias y las posibles consecuencias que pudiera tener sobre el pueblo, decide actuar de forma personal e inclusive en contra de lo establecido por la ley para erradicar un comportamiento evidentemente pecaminoso y en lugar de ser castigado, parecería que es recompensado por su actuar.

El aspecto ético que norma la vida del judío y su relación tanto con sus hermanos como con gentiles es bastante estricto y con un elevado nivel de expectativa de cumplimiento. No es nada raro que las personas nos vean con cierta exigencia de lo que debemos ser y hacer, pero sobre todo ser coherentes con las normas éticas que nos deben de guiar y su cumplimiento.

Pero sobre todo, el ejemplo de Pinjás nos indica que no solo debemos de actuar de la forma que se espera de nosotros, sino en ocasiones nos debemos de adelantar ante una injusticia evidente y tomar un papel mucho más preponderante en la búsqueda de la corrección de nuestro mundo, y de la misma forma que El Eterno pasó por alto la aparente violación de sus mandamientos al respecto del juicio y castigo que los judíos deben de realizar en estos casos, premió a Pinjás dada su iniciativa para buscar corregir una aberración y con ello realmente cumplir su voluntad. Nada más contradictorio en este pasaje de la Torá que este suceso, sin embargo, nos demuestra la misma capacidad de Dios de cambiar sus mismas leyes dependiendo del contexto en que estas son aplicadas y de las circunstancias del momento.

Todo lo anterior nos deja un par de enseñanzas interesantes:

+ Es importante que nosotros como judíos, seamos capaces de dar un salto al frente para tomar una posición de guía y dirección ante los evidentes errores del mundo y las injusticias de las que somos testigos tanto contra nuestros hermanos como nuestros semejantes. No podemos considerarnos un pueblo ético si nos hacemos de la vista gorda ante injusticias que pudieran en ese momento no estar afectándonos de manera directa, ya que de no hacerlo éstas pudieran volverse contra nosotros en un futuro como una manera de que el mundo nos reclamará nuestra inacción. Un comportamiento ético no está limitado a nuestros hermanos judíos, sino abarca la totalidad de la humanidad. Hemos sido esclavos, oprimidos, exiliados, perseguidos, difamados, masacrados y humillados, pero la reacción natural de aislamiento no es justificación para dejar pasar las injusticias. Si queremos ser la luz del mundo, debemos de guiar con el ejemplo.

+ Dios nos ha dado una serie de leyes que aceptamos en nuestro pacto con Él, sin embargo, estas leyes funcionaron en un momento y contexto determinados y respondían a las necesidades del pueblo judío para prevalecer y sobrevivir en ese mundo. Sabemos que ese tiempo no es el de hoy, que el mundo ha cambiado y que los contextos en los que las leyes fueron establecidas han cambiado y se presentan circunstancias que no habían sido declaradas de forma abierta, mas sin embargo las podemos encontrar tanto en la interpretación de las leyes como el ajuste en ellas. Los judíos hemos ajustado esas leyes para que respondan a nuevos contextos, quizá ese ha sido el secreto de la supervivencia del judaísmo, por lo que no debemos de temer ante nuevas interpretaciones necesarias ante nuevos contextos y retos que el mundo nos presenta. Esa ha sido una característica distintiva de los judíos durante su historia y no debe de perderse en nuestros días.

No alimentemos el falso orgullo, como tampoco la falsa modestia, Dios nos ha dado un papel protagónico en la corrección del mundo, pero ello conlleva más responsabilidades que honores y sobre todo, la necesidad de asumir aún a regañadientes nuestro papel en ese proceso. Hacer lo que debemos de hacer aún por obligación, nos llevará tarde o temprano a entender mejor ese papel y pasar entonces a hacerlo de corazón. Somos un pueblo elegido, no un pueblo santo, por lo que aún debemos de actuar en concordancia con lo que se espera de nosotros.

Shalom.

24 Tamuz 5779
Elad ben Abraham ve Saráh.

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