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Parashá Mattot

En esta Parashá Mattot, se trata un delicado asunto en estos tiempos: los votos, las promesas y los juramentos. Si los diferenciamos, veremos que un voto (néder) es una promesa solemne que generalmente nace del corazón de una persona cuando se siente angustiada o en medio de situaciones muy difíciles y que ponen en duda nuestra confianza en que las cosas que ocurren obedecen a situaciones sobre las que muchas veces no tenemos control.

El voto se hace con toda la intención de que Dios nos ayude y nos preste auxilio para resolver nuestro deseo en particular, como si Dios fuese nuestro sirviente, dispuesto y obligado a cumplir nuestra voluntad. Este tipo de votos, generalmente se realizan pensando que si somos buenos, nada malo nos deberá ocurrir, nos arrepentimos de corazón de las cosas malas que hemos hecho y prometemos no hacerlas más, y enmendar nuestra conducta; por supuesto, a cambio de que Dios cumpla nuestra voluntad.

Puede ser también un voto la promesa hecha en momentos de gran alegría, para agradecer a Dios por los favores recibidos y la alegría que se está experimentando.

También existe la abstinencia (isar) que es un voto negativo, o sea, una prohibición de realizar cosas que son lícitas, una especie de penitencia, en la cual me abstendré de realizar cosas que a mí me gustan, y que por supuesto son lícitas, para que la voluntad de Dios se vea comprometida y cumpla la mía.

También trata esta Parashá de la mujer comprometida solamente con la consagración de la esposa por parte del hombre (kedushim), pero que el marido, o el padre pueden anular, considerando un voto las palabras proferidas por el novio. Para que puedan ser anulados este tipo de votos, y la mujer liberarse de sus abstinencias, tiene que haber un acuerdo entre el padre y el novio, pues ante cualquier desacuerdo, ella está comprometida y obligada a cumplir con el voto.

El Padre puede anular los votos de la hija hasta la edad de los doce años y medio (la edad que el Talmud llama boguéret) cuando ella es soltera, pero dado el caso de que sea casada, entonces es el marido quien tiene todo el derecho de anular las promesas de su esposa y esto se hace pronunciando tres veces las palabras mufar laj o batel laj (que sea nulo lo que prometiste), o cualquier expresión que signifique lo mismo y tenga el mismo sentido.

La excepción es que en el día de Shabbat no puede hacerse ningún tipo de anulación de votos, y si acaso fuese necesario, las anulaciones se pronuncian con el pensamiento. La anulación no puede pronunciarse cualquier día, ni puede decidirse días o semanas después. La anulación solamente es válida el día en que fue escuchada la promesa.

El niño, a partir de los doce años y un día, y la niña a partir de los once años y un día estando en plenitud de sus facultades mentales, están obligados a cumplir sus promesas.

Pero, ¿cómo es que se realiza una promesa? El individuo debe presentarse ante tres personas que respetan y guardan la ley, , estando por lo menos uno de ellos especializado en asuntos de anulación de nedarim (votos y promesas), que sepa qué promesas pueden anularse y cuáles no. Por otra parte, el Talmud nos dice que quien hizo una promesa soñando, deberá hacer su hatará (desligamiento) en presencia de diez personas.

Hoy las cosas tienen un tono menos dramático porque en los diferentes Países existe la igualdad jurídica del hombre y la mujer y por supuesto le concede la facultad de realizar o deshacer las promesas que quiera, sin necesidad de que sea uno de los varones de su familia quien se encargue de hacerlo por ella.

Por supuesto que las promesas, los votos y los juramentos siguen existiendo, pero su cumplimiento no depende del temor a Dios, sino del respeto a la palabra que el individuo (hombre o mujer) tenga, ya que el hecho de adquirir un compromiso es para cumplirse, y si no es así, debe pensarse muy bien antes de realizarse, porque en caso de no cumplirse, estará comprometiendo su seriedad y su formalidad

Y esto, por supuesto que ni un hombre ni ninguna mujer que se precien de tenerse respeto a sí mismo y a los demás, podrá faltar a su palabra empeñada, a menos que quiera perder la confianza de los demás.

¡Plugo a Dios que no permita esto a su Pueblo!

2 Av 5779
Rodolfo Gallardo Rosales

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