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Parashá Rée

Devarim (Deuteronomio) 11:26-16:17

Introducción

Reé es la 47ª parashá del ciclo anual de lectura de la Torá. Consiste en una colección de leyes sobre cómo el pueblo hebreo puede construir una sociedad ideal en la Tierra prometida y significa: ¡mira…!, narrada en Devarim; el último libro de la Torá, Moshé está por despedirse del pueblo hebreo; previo a que ellos entren a la tierra prometida, les habla de una bendición y una maldición; de las que, una vez los israelitas entrasen a la tierra prometida, y efectuaran una ceremonia en los montes Grizim y Eival les serían informadas las consecuencias.

Recuerda al pueblo el mantenerse fieles al pacto con Eterno y no querer adorarle por medio de lo que hacen los pueblos de Canaán para sus dioses; como quemar a sus primogénitos en ofrenda o practicarse heridas en el cuerpo en señal de duelo. Se ordena que, un falso profeta, o una persona que induce a adorar ídolos, sea castigado con la pena de muerte; que se destruya toda ciudad idólatra, y se mencionan nuevamente los signos identificadores de animales y peces kasher, así como la lista de aves no kasher.

Se les instruye, además, establecer un templo, para el cual, El Eterno indicará la ubicación, donde la gente traerá sus sacrificios; especificando la prohibición de traer ofrendas a Dios en cualquier otro lugar; además se informa que, está permitido degollar animales en otros lugares, más, sólo para comer su carne. Sin embargo, la sangre, vertida en el altar del Templo, está prohibida.

Por otra parte, se ordena también que, un diezmo de todo lo producido debe ser comido en Jerusalém, o de ser necesario, intercambiado por dinero, con el cual se comprará comida allí. Además, este diezmo es dado a los pobres cada tres años. Y se ordena también ofrendar en el Templo los primogénitos del ganado bovino y ovino y que su carne sea comida exclusivamente, por un cohen.

Se enfatiza, además, que la mitzvá de tzedaká, obliga al judío a ayudar a un prójimo en necesidad. Mientras que, en el año Sabático (que ocurre cada siete años), todos los préstamos deben ser perdonados y todos los sirvientes liberados.

La parashá concluye con la narración de las leyes de los tres festivales de peregrinaje, Pesaj, Shavuot y Sucot, cuando todos los varones deben ir a Jerusalém y “ver y ser vistos” ante Dios, en el santo Templo.

Comentario

Esta parashá nos remite de manera implícita a notar que, Moshé, les recuerda a los israelitas, su derecho y capacidad de ejercer su libre albedrío enfatizando la importancia de estar alertas al momento de elegir el comportamiento permitido o el que no; En su comentario, acerca de la bendición y la maldición, menciona Rashi:

La bendición: con la condición de que escuches [y obedezcas]

Y la maldición: [Si… te apartas] del camino que te ordeno hoy, que sigas [a otros dioses]: Esto enseña que quien adora ídolos se aparta de todo el camino que se le ha ordenado a Israel. 

En la Tercera Lectura 13-1 se menciona:  Toda palabra que te ordeno, eso será lo que observaréis para cumplir; no le agregarás ni le sustraerás nada. Y en 5 advierte:  Al Eterno, vuestro Dios, seguiréis y a Él temeréis; Sus preceptos observaréis y Su voz obedeceréis; a El serviréis y a Él os aferraréis

Moshé ben Maimón comenta que uno de los principios fundamentales de la Torá es la libertad de elección. 

“Todo hombre goza de libre albedrío si quiere ir por el buen camino y ser hombre piadoso, es libre para ello, si quiere ir por el mal camino y ser un malvado es libre para ello”. También lo dice Jeremías en Lamentaciones 3-38: “no es de boca de Dios que se halle el mal o el bien”. (leyes del arrepentimiento cap. 5 Halajá 1)

Por su parte, el rabino Jacques comenta:

 “a grandes rasgos el judaísmo ortodoxo considera que la halajá y las mitzvot son obligatorias, el baremo supremo (o parámetros) que mide más que ningún otro método la calidad judía de una vida. Debido a que considera que Dios se reveló a Moshé en el Sinaí, junto con toda información habida y por haber, y que esta es factible de conocerse a través del estudio del texto y siguiendo la halajá (Cukierckorn, 2002).

Ejemplifiquemos el concepto con una parábola del Talmud:

El otro lado

“Mientras consideraba el significado de los opuestos en el mundo, uno de los discípulos de rabí Meir preguntó:

– ¿por qué cree que El Santo (ha Kadosh) creo una contraparte de todo en el universo?

-ciertamente, El Todopoderoso creó montañas altas y valles profundos, furiosos y poderosos mares y ríos de apacible caudal -respondió el maestro.

-sí es cierto -respondió el discípulo-, pero yo estaba pensando en la forma en la que rabí Akiva lo explicó una vez. Akiva decía que Dios creó tanto la rectitud como el mal. Que Dios no es sólo el creador del jardín del edén sino también el creador de los mundos inferiores.

“A cada uno nos esperan dos raciones -continuó el discípulo-. Una en el paraíso, y la otra reservada al olvido. Una persona justa y piadosa recibe una doble ración de recompensa, no sólo la ración de paraíso que le corresponde, sino también la ración de su contraparte. Del mismo modo, la persona malvada, perversa, no sólo se lleva su ración en la gehena, sino también la de su contraparte”.

Y el rabí Mesharsheya que había estado escuchando la explicación, preguntó si se podría demostrar esta conclusión. Se le remitió a las sagradas escrituras donde el profeta Isaías dice refiriéndose a los justos: “En su tierra tendrán una doble ración”. Del mismo modo, de los perversos dice el profeta Jeremías “serán destruidos con una doble embestida de destrucción” Fuente: Talmud, Chagigah 15ª” 

Sobre esta parábola comenta el rabí Bleefeld, autor de la compilación:

Todos somos libres en el ejercicio de nuestra voluntad, y en el sendero particular que tomamos, cada elección lleva o bien a la recompensa o bien a su merecido castigo. Cada consecuencia es una posibilidad, dado que, en teoría, tanto el cielo como el infierno nos esperan, y en cada cruce de caminos se nos autoriza a elegir entre hacer el bien o el mal. 

Los rabíes creían que la doble recompensa dada por abrazarse a lo bueno era un poderoso incentivo para que, una persona inherentemente buena, se esforzara por hacer el bien con tanta frecuencia como pudiera”. (Bleefeld, 2001).

Y en referencia al judaísmo liberal, nos comenta el rabino Jacques:

“A grandes rasgos, el judaísmo liberal cree en la revelación continua. Ejemplificando a Dios como una emisora de radio que emite sin cesar, pero sólo algunas personas encienden su receptor y escuchan lo que emite. La emisora siempre sigue transmitiendo. De manera que, todo avance en la ciencia es revelado, y las leyes; por lo tanto, se adaptan al contexto de los tiempos, en base al mismo dinamismo inherente a la revelación”. (Cukierckorn, 2002)

Si bien, el judío afirma que, es El Eterno el que todo lo provee y todo lo crea, tanto lo bueno como lo malo, también es cierto que, en este mundo, la vida funciona en base a decisiones que se toman o no, para generar acciones o inactividad y que se obtiene a partir de ello, los resultados correspondientes, ya sea que convengan o no al individuo.

Por lo tanto, al analizar esta parashá podemos notar el énfasis que Moshé está haciendo al pueblo israelita a conocer, aprender y practicar las leyes y reglas que Dios les da a conocer; ellos y sus descendientes, para que sean conscientes de que cada elección que hagan tendrá una consecuencia, ya informada de antemano, …” Si obedecen habrá bendición, si no obedecen habrá maldición…” (Dev 11:27-28).

Así pues, en la vida mundana y en la espiritualidad no podemos separar el que, el estudio, comprensión y la enseñanza de las leyes son una obligación “las enseñarás a tus hijos, y meditarás en ellas en tu casa y cuando andes por tu camino, al acostarte y al levantarte” (Dev 11:19).  Y puntualizando: aún con la instrucción a seguir lo indicado, mencionan los sabios que, “todo depende de Dios fuera del temor a Dios” (Talmud babli-berajot 33ª), es decir; la creación y los fenómenos naturales no dependen del hombre, pero el temor a Dios, y la relación con él si depende totalmente del individuo.

Conclusiones

Cabe, entonces, preguntarse: ¿En qué radica la dificultad de los individuos, para comprender el concepto bíblico y civil del libre albedrío?

Tomemos en cuenta que, la cultura actual se ha centrado en la satisfacción inmediata de los deseos, independientemente de que esta satisfacción implique el transgredir las leyes y reglas civiles, sociales o espirituales; confundiendo el progresismo de los tiempos, con la desconsideración hacia los demás y la negación de las leyes de El Eterno. De aquí que se ha vuelto una moda el que no importe si las elecciones personales de uno solo o de unos pocos, afecten al bienestar de los muchos, pues se ha ido sustituyendo el priorizar el bienestar común, por la satisfacción individual o grupal. 

Por una parte, en la cultura latina hay, al menos tres frases cliché, que implican usar la ley del mínimo esfuerzo y deslindarse de la responsabilidad para turnarla a Dios por todo lo que al sujeto le sucede; de tal manera que: si el resultado de sus acciones con el menor esfuerzo y autosupervisión le va bien, “es gracias a Dios” pero, si el resultado de las mismas le va mal, es porque ”Dios se olvidó de él” y si de plano se quiere usar una respuesta estándar ante el resultado sin responsabilidad [1]de sus elecciones dirá “así lo quiso Dios”

Por otro lado, gran parte de los conflictos que experimenta el individuo actualmente consiste en la elección inadecuada de carrera, trabajo, pareja o amistades. A las que accede, sin saber ¿qué es lo que quiere o no de ellos? Cuestionamiento que generalmente no sabe que es perfectamente válido.

Otra razón es un vivirse sin considerar ¿qué tan reales y alcanzables son sus expectativas, y qué evolución desearía que la elección efectuada tuviera a futuro? De aquí que, cuando llega el hastío por la rutina, la frustración por las expectativas no cumplidas, o los conflictos por diferencias de intereses, ideas, creencias y hábitos, es común que el individuo delegue la responsabilidad en los demás aludiendo, al “poco valor que la gente da a su esfuerzo, buena voluntad o su oficio”, o a la empresa; pues, “siempre le tocan malos trabajos”, “malos patrones o malos compañeros”, “malas parejas”, “malos amigos o amigas” o en ocasiones, aludiendo a defectos y culpas inherentes al género, clase social o tipo de persona que eligió o permitió entrar a su vida, sin hacer el esfuerzo consciente de aclarar adecuadamente su disposición, acerca de lo que ha de aceptar, permitir y aportar por su parte y a la inversa, por la contraparte, antes de empeñar en ello su esfuerzo, ilusiones, tiempo y vida. 

Es así que, si tomamos en cuenta las aportaciones que han dado los estudios de antropología, sociología, psicología social y clínica, al entendimiento de los hábitos, vicios, las emociones y la conducta humana, hallaremos que, la elección y manera de vivenciar relaciones, trabajo, carrera, oficio, pareja, etc. Y de disfrutar o rechazar, el éxito y satisfacción lograda o no en ellos y en todo aquello que el individuo experimenta en los caminos que decide transitar; dependen de la cultura, contexto de vida del sujeto, ideas, creencias e influencias que han moldeado sus preferencias y gustos.

Es un hecho que, la cultura laica tradicional y la educación académica, que se da al individuo promedio, se centra en alcanzar resultados y satisfacción inmediata para los deseos que, a lo largo de su existencia y dependiendo de sus condiciones y contexto, aprende a valorar y a esforzarse por alcanzar. Más, difícilmente se insta al individuo a considerar ¿en qué medida considera los efectos a futuro de aplicar su voluntad? ¿y si es consciente o no, acerca de qué es lo que quiere de la vida, de las relaciones, de sus actividades materiales, de sus relaciones sociales y de la relación y efecto de estos en su espiritualidad? Tomemos en cuenta que, para responder adecuadamente a lo anterior se requiere de efectuar una búsqueda consciente y filtrar las opciones menos favorables, antes de elegir cualquiera de estos importantes tópicos. Obviamente, los resultados serán acorde a las elecciones, no hay manera de separar el resultado de obedecer o no, las leyes divinas y las civiles, aún cuando algunas de estas últimas estén tergiversadas, para el judío, con todo y contextualizar a la época las leyes recibidas por Moshé en el Sinaí, la esencia última jamás será poner a unos sobre otros o eximir a nadie de recibir los efectos negativos de una mala elección, independientemente del derecho personal de creer, pensar, o actuar como mejor le parezca. 

BH


[1] (formada por el sufijo idad de cualidad y el sufijo latino bilis -que puede, que es capaz de, dar correspondencia a lo prometido)

2 Elul 5780
22 Agosto 2020
Jorge Sergio Bolaños Domínguez (Asher ben Abraham ve Sarah)
Máster en psicoterapia

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