El ser humano ha desarrollado a través de su historia, ciencias con el conocimiento y tecnología necesarios para curar males y enfermedades, facilitarse enormemente la vida, permitirle crear obras sublimes, e inclusive alcanzar el poder de subyugar tierras, plantas, animales, elementos y por supuesto al ser humano mismo.
Mas no siempre, con toda su ciencia, sabiduría o profunda filosofía ha de tener el pensador inquisitivo, éxito en su intento de aclarar todas las interrogantes. Hay asuntos y temas que, por su lejanía en el tiempo, por lo escueto de sus datos o lo incomprensible de la razón para su ocurrencia; eluden toda lógica aplicable, método de razonamiento o inferencia, para generar respuesta alguna satisfactoria; con un peso tal que no sea desplazada de inmediato por otro postulado que de momento parezca más plausible.
En la parashá Sheminí, (que viene de ocho) nos encontramos varios temas esenciales, más me enfocaré por esta ocasión a una interrogante, que ha representado un valioso filón para la emisión de diversas teorías por los sabios de la Torah.
Se narra aquí cómo, transcurren siete días de rigurosa preparación de los cohaním y al octavo, se lleva a cabo la consagración del cohen gadol y sus hijos como cohaním,oficiando en el mishkan. Será el primer día en que la presencia divina resida en el tabernáculo. Así pues, Aaron en su papel de sumo sacerdote, presenta todas las ofrendas, (Vayikrá 9:22). AL respecto comenta Rashi:
“…en el Tabernáculo que los israelitas habían construido. La manifestación de la Presencia Divina consistió en el fuego enviado por Dios para consumir las ofrendas, según se describe en el v. 9:24. La aparición del fuego constituía un indicio del beneplácito divino hacia Israel, puesto que indicaba que sus ofrendas eran aceptadas…” (Rashi, 2000)
y por lo tanto no será Aaron quien encienda el fuego en el altar; sino a través del poder de El Eterno ha de ser encendido. “… Salió fuego de ante El Eterno y consumió sobre el Altar la ofrenda ígnea y las grasas…” el pueblo vio y entonó una canción de alabanza y se postró con el rostro sobre la tierra (vayikra 9:23-24)
Hasta aquí todo va bien sin que nada ensombrezca la celebración, pero en seguida se menciona:
“Los hijos de Aharon, Nadab y Abihú, cada uno tomo su incensario y pusieron fuego en ellos y colocaron sahumerio sobre ellos; y ofrecieron delante del Eterno un fuego extraño que Él no les había ordenado. Surgió un fuego de delante del Eterno que los consumió, y murieron delante del Eterno” (vayikrá 10: 1-2).
Los sabios de todos los tiempos han postulado diferentes teorías acerca de cuál fue la razón por la que murieron Nadab y Abihu.
Entre ellas:
Pero ¿Qué hicieron exactamente?
“Extraño” describe todo lo que no es santo. Es cualquier cosa que Dios no haya autorizado, cualquier cosa que Dios no haya ordenado. Otras personas hicieron ofrendas que no fueron ordenadas específicamente, como Noé después del diluvio, Jacob después de la visión de la escalera, David mientras movía el arca, por nombrar solo algunos. No se les ordenó, pero el Señor los aceptó. Por lo tanto, no parece significar simplemente “no ordenado”.
En Éxodo 30: 9, Dios le dijo a Moisés con respecto al altar del incienso en el lugar santo: “No ofrecerás incienso extraño sobre este altar…” ni se consumiría ningún sacrificio en el altar del incienso.
Por otro lado, tenemos casos en que sí hubo una orden:
En el Día de la Expiación en Levítico 16, a Aarón se le ordenó en el versículo 12 que “tomara una olla llena de carbones encendidos de sobre el altar delante del Señor y dos puñados de incienso dulce finamente molido y lo metiera dentro del velo”.
Durante la rebelión de Coraj en Números 16, donde casi 15.000 personas murieron a causa de la plaga, Moisés le ordenó a Aarón: “Toma tu incensario y pon en él fuego del altar, y pon incienso sobre él; luego tráelo pronto a la congregación y haz expiación por ellos … “
Así que, como dato interesante vemos que siempre que se ofrecía incienso al Señor, el único fuego que se les ordenaba usar era el del altar del holocausto. Nadab y Abihú no habían tomado fuego del lugar designado: el altar de los holocaustos. El versículo uno dice que ofrecieron fuego que el Señor “no les había mandado”. Esto define lo que se entiende por “extraño”.
Somos testigos; así, de la enorme responsabilidad y capacidad de entendimiento que requería el ser consagrado cohen , ejemplificada en Nadab y Abihu hijos de Aarón aún en proceso de consagración, evidenciando la buena intención; mal encaminada, al presentar la ofrenda ígnea con un fuego encendido por iniciativa propia y presentado fuera de las instrucciones recibidas, esta transgresión es castigada con la destrucción de los infractores ¿pero, porqué esta solución tan drástica por parte de El Eterno? la lectura nos narra cómo Moshe le comenta a Aarón lo dicho por El Eterno:” seré santificado a través de los que están más cerca de mí, así seré honrado ante todo el pueblo” mientras Aarón guarda silencio. ¡acaso se refería El Eterno a que sería santificado al destruir a estos dos que se acercaron con “un fuego extraño”? ¿Y por qué Aarón guardó silencio ante la destrucción de sus hijos, quienes bien intencionadamente estaban consagrándose a El Eterno?
No se refiere El Eterno a la cercanía de quien físicamente o a través de acciones aparentemente buenas; sino a quien sigue aquello que El Eterno le instruye, ¡esta es la razón del silencio de Aarón! Pues el entendió que la acción de sus hijos, aunque bien intencionada, iba por su propia impulsividad, en contra de la voluntad de Ha Shem, al no haber sido solicitada.
Según lo anotado anteriormente podemos aventurar las siguientes observaciones:
Sin pretender descifrar la Torá y usando de las observaciones y conclusiones de los sabios de diferentes épocas, aventuro la siguiente conclusión: Nadab y Abihú, erraron al dar por hecho su cercanía especial con EL Eterno y no guardar el solemne respeto que su manifestación merecía (aún por dos ocasiones ya mencionadas), encendieron fuego para la ketoret en un momento en que sólo al cohen gadol le era dado hacerlo.
A manera de conclusión razonemos: ¿Cuántas veces en la cotidianeidad, o en las situaciones de alta sensibilidad las “buenas intenciones” de personas impulsivas o que no siguen las reglas convenientemente establecidas para la ocasión, llevan a la ruina el frágil equilibrio de una relación, de un negocio, una sociedad o una cultura?
¿No acaso en el pasado, “la bien intencionada iniciativa” de diferentes personajes ha llevado a diferentes comunidades sociales y religiosas a tomar decisiones que sacando de contexto algún trozo de la ley divina o civil y han llevado a sus integrantes a cometer atrocidades?
Y es precisamente por las intenciones egoístas disfrazadas de “buenas intenciones y legalidad”, que privan al que las ostenta, de distinguir adecuadamente entre lo bueno y lo adecuado.
He aquí la causa de perder de vista la distinción entre lo que es sagrado y lo que es profano, tan común en aquellos que “impulsiva y bien intencionadamente” mezclan lo uno con lo otro hasta que llega el día en que, esta mezcla se normaliza y quienes son influenciados por estos personajes, dejan de ser capaces de reconocer lo sagrado y separarlo de lo profano. Es esta; además del reverencial respeto que se debe a lo instruido por El Eterno, una profunda causa del ejemplo para el cual sirvió la destrucción de los hijos de Aarón, a quienes; a pesar de su privilegiada posición, no se les eximió de ser castigados por interpretar a su parecer lo que era adecuado en la presencia de Ha Shem.
Bibliografía
Ben Itzjak, D. (2000). La Torah. Richmond: Martínez Roca.
jewishencyclopedia. (26 de 03 de 2021). jewishencyclopedia.com. Obtenido de https://jewishencyclopedia.com/articles/5072-demai#anchor1
Mahonora. (26 de 04 de 2017). Majon Ora. Obtenido de https://www.youtube.com/watch?v=E7DOBoRiSl4&t=755s
Rashi. (2000). La tora con Rashi Shemot. México: Jerusalem México.
Sefaria. (08 de 02 de 2020). Sefaria.org. Obtenido de https://www.sefaria.org/Mishnah_Moed_Katan.3.8?lang=bi&with=all&lang2=en
society, T. j. (1985). Tanakh. Philadelphia: The jewish publication society.
Asher Ben Abraham ve Sarah
Nisan 28, 5781.
Abril 10, 2021.
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