Parashá Shelaj
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PARSHAT JUKAT
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Haftará Koraj

1 Shemuel 11:14 -12:22

La lectura de la parashá de esta semana del libro Bamidbar 16-18:3 y de la haftará en 1 Shemuel 11:14-12:22 nos introduce en historias que nos dejan ver los pensamientos, sentimientos, emociones y decisiones que emergen de los personajes involucrados, que, aunque se encuentran en diferentes escenarios, tienen el común de llevarnos a la sabiduría en torno al Liderazgo.

Nuestro pueblo es rico en historias dónde el tema central es la disputa de ser: el primero (primogénito), el más sabio, el más próspero, el más grande…etc.

Pero todas estas maravillosas historias no tienen el propósito de exhibir a sus protagonistas, sino dejarnos un sin número de enseñanzas que nos hagan tener herramientas para el trabajo personal que debemos realizar, porque definitivamente la primera prueba de liderazgo a la que nos enfrentamos es con nosotros mismo.

La primera historia nos habla sobre Koraj, quién liderea una rebelión contra Moshé y Aarón y que tiene un catastrófico final al ser tragado por la tierra, ante la mirada expectante de todo el pueblo que había sido convocado. ¿Qué movió a Koraj a rebelarse? Koraj veía injusto no ocupar un puesto de liderazgo, no realizar una función sobresaliente en la comunidad y por esto, decide irse en contra de sus líderes.

Koraj estaba convencido de que su mazal indicaba que había nacido para la grandeza y siendo honestos Koraj verdaderamente combinaba cualidades que pocos podían igualar.

Su Linaje, su inteligencia y conocimiento, su sensibilidad al Ruaj Hakodesh (pese a que carecía de refinamiento de carácter), era poseedor de una gran riqueza…¡Koraj se consideraba favorecido por Dios!.

El Midrash dice El Libro de Bamidbar pag.188

Lo anterior lo llevó a tener pensamientos que taladraban su cabeza y le fueron carcomiendo el alma, hasta llevarlo a su conocido final. La constante pregunta de ¿Cómo era posible que él no alcanzara un rango de especial importancia? se convirtió en una constante en su vida, según el Midrash expresaba esta inconformidad con las personas cercanas, quienes desafortunadamente daban una respuesta que inflaba su ego y hacía más profunda la herida de su orgullo, Koraj vivía mortificado por no haber sido escogido como un Nasí y no podía creer que Dios ordenara a Moshé esta distribución injusta.

Koraj se alejó de su sabiduría y puso en duda incluso la procedencia Divina de la Torá, y todo, consumido por su deseo de gloria.

Al perder la confianza en Moshé todo lo que éste hacía o decía era pasado por su mente juiciosa, creyendo firmemente incluso, que había una intención directa de Moshé hacia él, de humillarlo y ridiculizarlo.

Pero ¿era el único en esta situación? ¡No!, su voz hizo eco en otros 250 que llegaron a compartir algo de lo que él pensaba y aprovechando los acontecimientos previos de pérdida del pueblo, intenta poner a Moshé como incapaz de tener control sobre esto.

¿Qué hizo Moshé ante esta afrenta? Rashí comenta que Moshé en humildad cae sobre su rostro en un gesto de introspección, pero inmediatamente se recuperó y en salvaguarda del honor de HaShem, se dispuso a defender su autoridad, incluso según el Midrash, rogó a Dios que debía haber un castigo (sin misericordia) pues Koraj representaba una amenaza para el pueblo entero, pues además Koraj había ido a cada tribu para persuadirla y unirse a su movimiento. La respuesta del pueblo fue sorprendente, pues en silencio respondieron a su convocación, considerando que podría tener razón y Dios pudiera restituir el sacerdocio a los primogénitos de cada tribu.

Pero ¿Qué hacía Dios ante esta situación? Dios estuvo expectante al proceder de cada uno y cuando fue el momento se dispuso a actuar… ¡Destruir a todo el pueblo!, sin embargo, Moshé y Aarón imploraron perdón para el pueblo y sólo Koraj, Datán y Aviram y sus familias morirían. 

Sin embargo el juicio con misericordia de Dios permitió que Asir, Elkaná, Aviasaf (hijos de Koraj), On (de la tribu de Reuvén) fueran en último momento rescatados por Dios, quién fue movido por la Teshuvá. que hicieron desde su corazón.

Y es aquí dónde nuestras lecturas de la semana se unen, pues el personaje principal en la haftará es precisamente un descendiente de Koraj, Elkaná quien con Janá procrean a Shemuel el profeta, quién nace como producto de un pacto eterno de Janá, que después de haber sido humillada por no poder tener hijos, Dios le concede su primogénito, mismo que es entregado al servicio del templo, dónde es instruido por Elí el Kohen y desde niño sirve delante del Eterno y quién funge como Juez de Israel hasta su vejez (fue el último juez).

Leemos que nuevamente el liderazgo es juzgado por el pueblo, pues debido a su edad, Shemuel ya no visitaba al pueblo como solía hacerlo y por temor a sus enemigos, el pueblo se reúne y solicita directamente a Shemuel que les sea puesto un rey como lo tienen todas las naciones para que los juzgue.

Shemuel (descendiente de Koraj) representaba ahora el liderazgo, mismo que el pueblo veía como insuficiente, sin embargo Shemuel procede a coronar a Shaúl por rey ante El Eterno y mientras se hace el cambio de gobierno se levanta frente al pueblo y presentándoles a su rey, reconoce que él se puso viejo, que desde su juventud ha sido su guía y les pide testifiquen contra él, si hay algo que haya hecho contra ellos, robo, extorsión, soborno, con el propósito de restituirlo, pero la respuesta con El Eterno como testigo es ¡No! Nada de eso nos has hecho.

Shemuel enlista entonces todas las bondades de HaShem para con ellos y les hace ver como por miedo al verse amenazados por los Amonitas prefirieron un rey de carne y hueso, cuando ¡HaShem era su Rey!

Y clama a HaShem para que haga tronar y llover en plena época de cosecha, lo que hace reconocer al pueblo que agregaron a sus transgresiones el haber pedido un rey, y llenan de miedo, pero Shemuel les da confianza y les dice No teman, Sirvanle a HaSHem de todo su corazón, no vayan en pos de frivolidades.

Pareciera que la vida le dá una oportunidad de corrección a los descendientes de Koraj, definitivamente Koraj tenía razón su mazal era para la grandeza, ( La palabra mazal es un acrónimo compuesto por tres palabras (MZL): Makom, que significa “el lugar”; Zman, que significa “el tiempo” y La’asot, que significa “el hacer”. De manera que la suerte en hebreo es vista como Estar en el lugar correcto en el momento correcto, para hacer…) desgraciadamente sus decisiones lo desviaron de ésta y no lo pudo ver con sus ojos. 

El orgullo, la envidia, los celos, el desear lo de su prójimo, lo codicia, la lashón hará y la herejía marcaron su destino, como dice el Sefer Orjot Tzadikim “El hombre que es dominado por la codicia, no está lejos de transgredir los Diez Mandamientos” y nos dice también “la envidia se debe a la inferioridad del alma”, pues no está contento con lo que el Bendito Creador decretó para él.

El envidioso deprime su alma, porque siempre anda cabizbajo, su intelecto se vacía de tanta envidia que lleva dentro y su corazón no se desocupa, ni para estudiar, ni para rezar con concentración, ni para realizar buenas obras, ni el sabor de su comida le es grato.

El camino del líder pues, inicia en el conocimiento de uno mismo, la autoevaluación honesta, sincera y justa de nuestras fortalezas, de nuestras áreas de oportunidad y este dominio debe irse extendiendo en el camino, considerando que quien está a lado debe estar realizando también su trabajo.

Un problema no puede ser corregido hasta que no se reconoce su existencia, pero cuesta aún más darse cuenta de la existencia del distorsionado conocimiento de uno mismo.

Moshé y Shemuel, no deseaban ser líderes, sin embargo, podemos ver que el impulsivo Moshé que da muerte a un hombre, que escapa, que tiene problemas para hablar, que rompe las tablas, ahora es el líder que asume la responsabilidad para hacer justicia. El profeta Shemuel que no identificaba la voz de Dios, se convierte en el mensajero del pueblo y muestra su liderazgo hasta el final, pasando la estafeta, ungiendo y siendo consejero de los primeros reyes de Israel, Shaúl y David.

La envidia ha estado desde la creación, se dice que incluso la luna expresó su inconformidad de que hubiera dos lumbreras y las mismas letras hebreas con las que todo fue creado se expresaron ante El Creador para ser parte de la creación y/o para ser la letra con la que inicia la Torá.

Los sabios de antaño rezaban (nos dice el Talmud Yerushalaim en Berajot 4:2) “Que no sintamos envidia de otros, ni que los demás sientan envidia de nosotros”.

En nuestras lecturas las reacciones del pueblo son muy similares, sin embargo, en la haftará vemos como a través de la palabra (expresarlo) logran conciliar y llegar a la Teshuvá, reconociendo que no era el líder físico a quien estaban ofendiendo sino al Creador.

De igual manera. Los líderes en ambas historias buscan primeramente buscan el conciliar, con quién está dispuesto a hacer este trabajo, pero no con aquel que sabe representa un riesgo. El Creador ha estado expectante en ambas historias respaldando y enseñando a sus líderes y su pueblo.

Sabemos que las acciones generalmente nacen de una idea o pensamiento que se ha reforzado con emociones, que nuestro mazal no se cambie por nuestras malas decisiones, estamos en el lugar, tiempo y circunstancias que El Creador nos puso, busquemos hacer lo correcto, porque es ahí donde debemos cumplir una importante e insustituible función, la grandeza puede estar delante, pero será para aquellos que antes desear liderear a otros, tiene la fuerza para ser líder de él mismo.

¡Mazal Tov ve Shabat Shalom!

9 Tamuz, 5781
12 Junio 2021

Verónica Ahavá.

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